Concluyó ayer en Guayaquil la Semana del Emprendimiento impulsada por el Gobierno Nacional a través de varias entidades públicas, entre ellas la Vicepresidencia de la República.
El evento tuvo como objetivo estimular la capacidad de iniciar negocios de los habitantes del país, una competencia que las estadísticas muestran muy desarrollada.
Un ejemplo de aquello es que, según un estudio realizado por la escuela de negocios de la Espol, cada año el 32% de los jóvenes ecuatorianos de entre 18 y 34 años inicia un emprendimiento o posee uno que ha estado en funcionamiento menos de 42 meses.
Esta tasa es la mayor registrada en países de América Latina y el Caribe de los que se poseen datos.
Los indicadores en cuanto a la incursión femenina en los negocios son, también, positivos en nuestro país. En Ecuador hay 1’200.623 mujeres emprendedoras, frente al 1’738.553 de hombres, según la Encuesta de Empleo, Desempleo y Subempleo del INEC, publicada en abril de 2019. Asimismo, los negocios a los que se dedican de manera preferente estas empresarias son la agricultura y ganadería, comercio, y actividades de alojamiento.
En términos generales, Ecuador es el país de la región con la más alta tasa de Actividad Emprendedora Temprana (TEA), seguido de Perú y Chile.
Dicha posición la ha mantenido el país durante seis años consecutivos, en espera de los datos relativos a 2019.
Las mediciones realizadas por el Global Entrepreneurship Monitor muestra -además- que el porcentaje de quienes emprenden en el país por oportunidad es del 57,31% frente al 42,33% de quienes lo hacen por necesidad. Es decir, que el deseo de iniciar un negocio prima en el país por sobre la obligación de hacerlo por pérdida de empleo u otras causas similares, como si el ecuatoriano tuviera el instinto de hacer negocios.
Esta potencialidad es una característica que puede y debe ser aprovechada. Cada emprendedor es un generador, a su vez, de plazas de trabajo y su generación redunda en desarrollo para el país. Algo necesario en la actual coyuntura. (O)