Las consecuencias de la emergencia provocada por la covid-19 han tocado a todos los estamentos sociales y económicos de Ecuador, dando paso a una crisis sin precedentes, en cuya solución está enfrascado el Gobierno Nacional con todas las estructuras de poder y las organizaciones de la sociedad civil.
Uno de los sectores más golpeados por esta situación inédita es, sin duda, el cultural, por tratarse de decenas de miles de personas que desempeñan un ejercicio profesional muchas veces con un escaso reconocimiento y sometido a relaciones laborales precarias.
Artesanos, artistas callejeros, actores, pintores y gestores comunitarios, entre otros, son en su mayoría trabajadores autónomos que subsisten el día con una ganancia que puede estar por debajo del sueldo básico.
Unas 30 organizaciones acaban de firmar una carta abierta donde proponen medidas en torno a un Acuerdo Nacional por el Arte y la Cultura, ante la evidente fragilidad de un sector que en las actuales circunstancias de paralización y confinamiento, no puede desarrollar sus actividades ni generar recursos económicos para sus hogares. Tal preocupación también fue reflejada en otra carta firmada por la presidencia de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
En momentos en los cuales los esfuerzos del país están volcados a salvar vidas y a mitigar la depresión económica, la producción cultural ve con temor la inevitable reducción de la financiación. Por ello es imperioso establecer políticas públicas que permitan el desarrollo de procesos creativos, protejan el patrimonio material e inmaterial del país, así como las expresiones de las diversidades y la cultura de la comunidad.
Hoy más que nunca es necesario cambiar la mentalidad para superar el concepto en el que se encierra muchas veces la actividad de las artes y la cultura, entendida como un mero entretenimiento cuando su esencia es también educativa y como tal, desempeña un importante papel como eje del desarrollo integral de la sociedad en tiempos de crisis. (O)