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El Telégrafo

La crisis del covid-19 impone límites al presupuesto estatal

15 de mayo de 2020

Un antiguo adagio dice que “se deben estirar los pies hasta donde den las sábanas”. La sabiduría popular enseña con la frase que no debemos realizar o procurar cosas que están más allá de nuestras posibilidades. Y esto aplica para cualquier situación, incluyendo el uso del dinero personal y estatal.

La situación económica y social que afronta el país es, quizás, la más grave de toda su historia. En las últimas cuatro décadas hemos vivido situaciones difíciles: dos conflictos bélicos, desastres naturales, problemas con la deuda externa, roturas de los oleoductos, una grave crisis del sistema financiero. Algunos incluso coincidieron. Pero difícilmente se habían juntado tantos factores negativos al mismo tiempo como en la actualidad.

Antes de la pandemia del covid-19, Ecuador ya atravesaba dificultades de tipo fiscal. El Presupuesto General del Estado (PGE) preveía para este año un déficit de $ 3.384 millones, que el Gobierno debía buscar la forma de cubrir. Ello en una situación en la que el país no cuenta con ningún tipo de ahorro; arrastra una alta deuda contraída durante el Gobierno pasado y que el actual empezó a pagar; y con un precio del petróleo en permanente declive.

A eso se suman ahora las inversiones necesarias para luchar contra el virus, la baja aun más pronunciada del crudo a causa de la epidemia y los efectos de esta en la economía nacional a causa del cierre temporal de la mayoría de actividades productivas, junto con la afectación de las exportaciones.

Esto ha llevado a que el cálculo del déficit fiscal hasta final del año se eleve a $ 8.653 millones; $ 5.269 millones más de lo previsto. Y ante este panorama, el Ejecutivo buscó opciones. Una fue la adquisición de créditos emergentes blandos con los multilaterales. Otra es el proyecto de Ley Humanitaria, que tramita la Asamblea y busca ayudar a los más vulnerables.

También se plantean ahorros con la reasignación temporal de fondos, entre ellos, los de las universidades. Frente a esto hay voces críticas que se limitan a exigir y exigir dinero, sin ver la realidad y estiran los pies más allá de las sábanas. (O)

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