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El Telégrafo

Cuando la ciudad duerme, hay quienes están más despiertos

29 de agosto de 2019

Cuando la ciudad se silencia, cuando ya no hay el barullo de quienes transitan día a día por las calles de Guayaquil, cuando el tráfico se reduce en la madrugada, cuando no se escucha el claxon de los precipitados buses de transporte urbano que pareciera compiten por quién llega primero a su destino, cuando las sirenas de las ambulancias no suenan, hay quienes están más despiertos que nunca.

Mientras la mayoría descansa, hay grupos de personas que recorren las calles de la ciudad y revisan los recipientes de basura para reciclar o encontrar algo de ropa, comida o un trasto que les sirva. Están aquellos que no tienen una casa fija y que pernoctan debajo de los puentes o en algún portal donde el frío de la noche y madrugada no sea tan inclemente.

Cuando la ciudad duerme están los noctámbulos que buscan un sitio donde saciar el hambre; están los que sufrieron un accidente y van de emergencia a un hospital o clínica; están aquellos que se debaten entre la vida y la muerte en las casas de salud; o aquellas mujeres que están esperando traer a sus hijos al mundo. También están esos padres que no concilian el sueño porque el hijo (a) que salió hacia la universidad o a alguna actividad no regresa todavía.

Cuando la ciudad duerme, hay quienes trabajan: médicos, policías, socorristas, periodistas, recicladores, grupos de voluntarios que recorren las calles dando alimento a quienes viven en situación de vulnerabilidad.

Cuando la ciudad duerme, muchos aprovechan para hacer filantropía y quedar invisibilizados, pues como dice un pasaje bíblico: “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”. Una ciudad en vías de desarrollo con proyección a la modernización siempre estará despierta.

Habrá quienes han amasijado muy bien el concepto de modernidad o ciudad que mira al futuro y buscarán ser ese eslabón que concatene esas ideas dispersas que aún no han llegado a ejecutarse. Pero, asimismo, en una ciudad progresista que no duerme, no deben existir los grupos vulnerables a quienes las calles acogieron. (O)

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