La reunión de Ginebra dejó a algunos con los “churos hechos”. Sin lugar a dudas, el informe de Ecuador ante el Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas concitó la atención de muchos países, algunos de los cuales solo conocen nuestra realidad por los informes de ciertas ONG muy parcializadas y por los reportes de los medios de prensa de la oposición.
Satisfactoriamente para todos los ecuatorianos, el resto de países de América Latina, tras la alocución del vicepresidente Lenín Moreno, avaló los avances en materia de derechos sociales y aplaudió toda la política pública a favor de los menos favorecidos por las directrices que anteriores gobiernos sembraron para beneficiar al gran capital y al empresariado.
Por supuesto, por los “reportes” de los enviados especiales de la prensa comercial y por los boletines de Fundamedios, prácticamente el Ecuador ya fue condenado, porque 17 países de más de 200 del mundo le piden más respeto a la libertad de prensa. Y muy seguramente, entre los titulares de esos medios de la oposición habrá regocijo por ese gran “dato”.
Ocurre, para variar, que esos países son, por ejemplo, EE.UU. y otros aliados de este último, con los cuales mantienen planes y programas de colaboración (con harto financiamiento), esas mismas ONG que hablan de derechos humanos y solo se refieren a la libertad de prensa.
De todos modos, el resultado es satisfactorio porque destaca un elemento clave: los derechos humanos fundamentales no son los que reclama la prensa, sino los que tienen que ver con la atención urgente y prioritaria a los más necesitados. El “arsenal” mediático que quisieron lanzar para regocijarse con una supuesta sanción mundial al Ecuador dejó a los opositores, a las ONG y a la prensa de la oposición con los “churos hechos” porque la realidad es más terca que sus deseos.