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El Telégrafo
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Nonato y sus hermanos, Mañana en la batalla y Archipiélago

Nonato y sus hermanos, Mañana en la batalla y Archipiélago
19 de febrero de 2012 - 00:00

Los hermanos de Nonato, tenebroso mortal sin nacimiento conocido, es decir sin ombligo, hacen honor a su mayorazgo y a la inocencia de los padres que en su amor desaforado (sin aforo, es decir sin medida, pero podría ser también sin cabida) esperan que sus vástagos sean dueños de las más insólitas cualidades (¿características?) y así aparecen Perfecta, Ternura, Divina, pero igualmente, Aspirina, Mistela, Diostedé, Oruga, Pílsener, Taladro, Lechuga, Tractor, Crótalo, Marsupial, Marimba, Talismán, etcétera, según el estrato social, tipo de trabajo y cultura del progenitor. Un carpintero, por ejemplo, quisiera un hijo Taladro, un campesino, uno Tractor; un borracho, uno Pilsener, bebida de moderación (mejor si es Light), y así por el estilo. Punto y chau. Pasemos ahora a Mañana en la batalla piensa en mí, novela insólita de Javier Marías (nacido  en l951, en Madrid) porque sin hacer concesiones logra encumbrarse como éxito de lectura.

En otras palabras, es un texto que conservando su calidad consigue una intensa relación de lectura a partir de la dinamia generada por una diégesis compleja y audaz en la que un hombre acude a una cita amorosa y la mujer, cuyo marido está de viaje, se muere antes de consumarse el hecho, por lo que el hombre queda solo con el cadáver de ella y un niño pequeño que había tardado en dormirse, en la casa del ausente.

A consecuencia de esto el hombre, que abandona el lugar, inicia una angustiada y angustiante reflexión sobre lo acontecido, y van marcándose situaciones cargadas de descubrimientos, de interacciones y olvidos, todo hilvanado con una oscuridad y un resplandor simultáneos que se leen con pasión. Esta lectura de la oscuridad y el resplandor no es fácil, pero pega con fuerza. Y consigue un éxito que el propio autor no se explica. Por eso, tras remarcar que “ese niño  no sabrá nunca lo que ha sucedido, se lo ocultarán (…) y se lo ocultaré yo mismo y no tiene importancia porque tantas cosas suceden sin que nadie se entere ni las recuerde, o todo se olvida y prescribe”, señala en el Epílogo que la ficción es necesaria, que “vivir en el engaño es fácil y, aún más, es nuestra condición natural”.          

Archipiélago (Revista Cultural de Nuestra América) es una publicación universitaria mexicana de la que me llegaron cuatro números (71, 72, 73 y 74), correspondientes al año 2011 (la revista es trimestral), trayéndome una grata noticia: la responsable de sus ediciones, en conjunto con Virginia Salvatierra, es la guayaquileña Yanna Hadatty.        

México ha sido acogedor con los ecuatorianos. Así, Yanna se suma a Bolívar Echeverría, Agustín Cueva, Benjamín Carrión, Vladimiro Rivas, entre algunos más que han ido dejando su huella en el admirable y generoso país azteca que ha dado a la cultura latinoamericana cifras tan altas como don Alfonso Reyes, Rulfo, José Revueltas, Efraín Huerta, Arreola, Martín Luis Guzmán, Orozco, Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Jorge Volpi, Rosario Castellanos, Octavio Paz y un chingo más de chingones, usando un coloquialismo de chilangolandia.

Con una excelente diagramación y gran formato, Arhipiélago tiene un contenido progresista y abierto, no sectario, que justifica su subtítulo de Revista Cultural de Nuestra América, “nuestra”, como la llamara Martí, que quiere significar iberoamericana, lo que incluye a Brasil.

La  71, que corresponde al primer trimestre del 20ll, es monográfica bajo el gran titular LAS CLAVES DE NUESTRA AMÉRICA, desglosado en puntos (temas) tan amplios y profundos como la unión iberoamericana ante los desafíos del mundo de hoy, sus aportes en cuanto a lo intercultural, las letras, el panamericanismo arquitectónico y las artes plásticas.

El número siguiente subraya UNASUR… VA y aborda luego los riesgos de la soberanía de Nuestra América, la batalla de Playa Girón y algo sobre el teatro chicano de Luis Valdez. En esta entrega los temas se diversifican.

En el númeo 73, el gran titular es COMUNIDAD DE ESTADOS LATINOAMERICANOS Y CARIBEÑOS. Y varios ensayos relativamente autónomos, como uno de Chomky sobre una decena de estrategias de manipulación mediática, otro como el comer, considerado una de las bellas artes y Ciudad Abierta en Valparaíso, que nos hace conocer un intento de lograr una arquitectura fundamentada en los valores poéticos y éticos de la vida del hombre como una utopía latinoamericana del siglo XX.

El cuarto número, ultimo del 2011, rinde un homenaje a la vieja guardia latinoamericanista y se aproxima después a temas como el concepto del portuñol, Brasil y América Latina en la obra de Octavio Ianni,  ¿Crisis Terminal del capitalismo?, y otro homenaje, esta vez muy específico e igualmente justo: Martí no debió de morir… y Juárez tampoco.

Un día después (miércoles l5 de febrero) se lee en un matutino guayaquileño que se entregó en México el premio internacional Rosario Castellanos y que premiaron a Volpi con el premio iberoamericano Planeta/Casa de América por su novela La tejedora de sombras, lo que es una confirmación del valor de estos dos mexicanos. 

Con lo dicho basta. ¿Y sobra?

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