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Identidad de Guayaquil

Identidad de Guayaquil
24 de junio de 2012 - 00:00

Señas particulares

Guayaquil es, en esencia, una concentración poblacional formada por inmigrantes y, a la vez, con un gran flujo de emigrantes, especialmente hacia otros países.

En el primer renglón, desde la antigüedad Guayaquil se fue poblando con sucesivas oleadas migratorias de la serranía, fenómeno que se ha venido manteniendo con migraciones de otras provincias -Esmeraldas, Manabí, Los Ríos, El Oro- y del agro montuvio.

Del exterior, mientras tanto, la inmigración, un poco a cuenta gotas pero persistente, ha venido significándose a través de libaneses, sirios, italianos y chinos (últimamente coreanos). La parte negra de la migración a Guayaquil se da, por su parte, a través de esmeraldeños, y años atrás por jamaicanos traídos a la construcción del ferrocarril y, después, como trabajadores de la Anglo Ecuadorian Oilfields, en la península de Santa Elena.

Esto da como resultado un conjunto humano de características sumamente ricas y, a veces, contradictorias, con integrantes que, como denominador común, son “guayaquileños”, con un “modo de ser guayaquileño”, una identidad inquietante y, en ocasiones, indescifrable para los propios guayaquileños. Incluso desde antes, en la Colonia, el castellano dominante –mayoritariamente andaluz-, le da un sello particular al habla de esta zona.

Frente a todas estas características, que poco menos que intuitivamente podemos señalar, resulta impostergable un estudio serio y científico de la conformación migratoria de la población guayaquileña, a partir del cual se podrá, en definitiva, entender algunos rasgos de su comportamiento.

Por otra parte, la cantidad de emigrantes guayaquileños es fuerte, especialmente a Nueva York, Miami y Los Ángeles. Este es otro aspecto que debe estudiarse para entender como somos, más allá de las razones económicas de esta emigración, que son obvias y, por supuesto, altamente determinantes.

El propósito de este estudio sería recoger información, tanto bibliográfica como testimonial, sobre la conformación migratoria del habitante guayaquileño, desde la Colonia hasta nuestros días. Simultáneamente, la incidencia histórica de estas migraciones, lo que nos hará conocer cuál es la psicología social del guayaquileño actual, según las diferentes influencias ideológicas que ha soportado, no solo desde el poder sino, también, desde el contrapoder.

Todo esto exige la observación de este comportamiento a través de la Historia y en muchos otros aspectos: la política, las relaciones de trabajo, la cultura en general (desde las comidas hasta la llamada alta cultura), la sexualidad, el problema racial, la familia, la religión, las clases (o estratos) sociales, etcétera.

Habla y lenguaje en Guayaquil

Guayaquil tiene un lenguaje y un habla particulares. Los diferentes estratos sociales de la cuidad tienen, por supuesto, distintos lenguajes y hablas.

En general Guayaquil, aun situada en el Pacífico, es considerada, lingüísticamente, como parte del área del Caribe. Palabras como hayaca y hamaca, de incuestionable origen taino, o pana, son originarias del Caribe; muchas más, sin duda, merecen un registro pormenorizado. Juan José Arrom, tratadista cubano, sitúa a Guayaquil en el área lingüística del Caribe, aunque cabe observar que por su situación geográfica Guayaquil recibe, lógicamente, influencia del Cono Sur.

Hay, por lo demás, otros enriquecimientos lingüísticos: del inglés, por ejemplo, como guachimán, guaipero, etc: de lo indígena (ñaño, ñoña), del italiano (menestra), del libanés (quioe, chaguarma). Esto hace necesario estudiar la incorporación histórico social de estas palabras a nuestra lengua y examinar las diversas formas de su traslado, la manera en que se insertan en el discurso cotidiano del guayaquileño y adquieren permanencia, es decir, se quedan.

Por otra parte, el fraseo del “español de Guayaquil” tiene sus peculiaridades, lo que significa que hay que hacer un análisis de la primera articulación del lenguaje, es decir un análisis morfosintáctico de su forma discursiva cotidiana, para determinar sus características, y simultáneamente, hacer un estudio comparado con las características de otras formas del castellano.

En lo que respecta a la segunda articulación del lenguaje, habría que hacer un análisis fonológico (los fonemas) y fonético (los alfonomos) del lenguaje y del habla guayaquileños, estableciendo también las relaciones con los tipos de español que han sido mencionados.

Simultáneamente habría que hacer un corte ideológico a través de los diferentes ideologemas de nuestros lenguaje y habla, siempre en forma estratificada, y un paralelo crítico, en referencia a la ideología, del habla del prestigio (la de la clase en el poder) y la del desprestigio (la popular).

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