Formación histórica, racial y social del poblador del agro costeño (Guayas y Los Ríos)
Nuestro montuvio (de monte y vida, el que vive en el monte), como graficaban su nombre los narradores de la década de los años 30, es decir los integrantes del llamado Grupo de Guayaquil (la Academia ha decidido ahora que debe escribirse montubio, de monte y bios), es un grupo humano de muchísimo carácter y muy poco estudiado.
Sus características -altivez, valentía, inteligencia, tenacidad y resistencia ante un medio hostil, apasionamiento, sexualidad exacerbada, etcétera- han ido desdibujándose paulatinamente, hasta el punto en que el famoso libro Los que se van, con el que se inició la época de oro de nuestra narrativa del realismo social, justifica plenamente su título:
“Los que se van” son los montuvios, van dejando de ser y son, al mismo tiempo, identificables, aun con las variantes que han hecho presa de ellos, desde el caballo, sustituido por la motoneta o la motocicleta, hasta la guitarra, sustituida por el radio transistor.
Lo cierto es que muchos de los elementos constitutivos del montuvio van desapareciendo. Del “llamao montuvio” es poco lo que se recuerda ahora y cada vez lo que más se consume es el asado o parrilla (parrillada) argentina; los duelos de amorfinos casi no existen, los bailes locales van perdiéndose, etcétera. Esto hace muy urgente tener un registro de los elementos de la identidad montuvia y de sus transformaciones actuales.
Por los demás, el montubio emigra a las ciudades, cambiando su destino, lo que requiere de su seguimiento, aparte de que los cambios de cultivos y la mecanización del campo establece relaciones de producción distintas conforme pasa el tiempo.
Hay poco o nada estudiado sobre los montuvios de manera directa. El montuvio ecuatoriano, por ejemplo, de José de la Cuadra (1937), pero sin una metodología científica y en forma muy subjetiva. Esto no quiere decir, por supuesto, que no haya bibliografía, pero esta es o tangencial o literaria.
Es, pues, sumamente importante estudiar este grupo humano, desde sus orígenes hasta su evolución actual, lo que implica una investigación que combine los métodos histórico y descriptivo, este último estudiando las comunidades y costumbres, analizando documentos y casos, todo ello a través de temas específicos como:
a. Festividades
b. Comidas
c. Música
d. Ocupaciones generales y específicas (trabajo)
e. Vida familiar
f. Relaciones de pareja
g. Sexualidad
h. Actitud de clase;
i. Criminalidad
Etcétera.
Al mismo tiempo. Determinar qué corrientes migratorias alimentaron la gens montuvia, que hechos históricos influyeron en su psicología social, etc.
El propósito de un estudio así sería recoger información, tanto bibliográfica como testimonial sobre el montuvio de las provincias del Guayas y Los Ríos. Desde sus más remotos, orígenes hasta nuestros días, describiendo y caracterizando así una realidad sobre la cual podrá hacerse una investigación aplicada que permita, en y para el futuro, conservar aquellos de sus elementos que son positivos y fortalecen su identidad.
Personajes populares de Guayaquil
Todo pueblo, toda ciudad, tiene personajes populares que, de una u otra manera, son representativos de ese lugar, de ese conglomerado social y, al mismo tiempo, son producidos por y en dicho medio.
Guayaquil, por supuesto, no es una excepción, y es más bien una urbe rica en personajes populares que cubren una amplia gama, desde “María sin tripas” hasta delincuentes o peleadores callejeros famosos, en un tiempo, pasando por personajes folklóricos (un homosexual como “Media cara bonita”, por ejemplo) o locos (Guayaquil tiene una tolerancia especial a la locura) de diversas índole, o prostitutas mitológicas como “María Culona”, “La Caga en Tarro” o “La Venada”.
En fin, que Guayaquil está plagada de personajes entre reales y magnificados por la imaginación popular, todos los cuales contribuyen a una posibilidad de caracterización de la manera de ser del guayaquileño.
De ahí que sea importante hacer, primero, un registro, a través del tiempo, de esos personajes populares. Después, partiendo de la sintaxis misma de esos personajes, como producto que son de la creatividad del medio, analizarlos para extraer conclusiones respecto a nuestras inclinaciones de conducta, nuestras fantasías, la carga ideológica de nuestra psicología social, nuestro sentido de la transgresión y, al mismo tiempo, la aceptación del orden al colocar y aceptar a lo que en psicología se llama “el enemigo afuera”.
En otras palabras, los marginales son los que remarcan nuestra posibilidad de mantenernos en la normalidad y se vuelven, así, un factor de equilibrio.