Jorge Massucco y El Nosotros, teoría y práctica de la cultura
Jorge Massucco está radicado en Guayaquil desde 1976, es decir, vive entre nosotros más de cuarenta años. Tranquilo, sin alardes, vino de su natal Argentina como Lcdo. en Comunicación Social, y con estudios de Cinematografía. Ya en el Ecuador, se incorporó como catedrático a las universidades Estatal y Católica del puerto.
El nosotros, comunicación, identidad y ciudadanía/Teoría y práctica de la cultura desde la Universidad (Docucentro, 2ª edición, Guayaquil, 2005) es un libro didáctico en el que Massucco plantea y desarrolla con lucidez un tema básico: la búsqueda de el nosotros, no de los otros, en nuestras relaciones comunicativas.
En esa línea, el autor propone diversos criterios en los que cabe meditar para entender de qué manera es imperioso llegar al nosotros. Por ejemplo, subraya que las élites se apropian de la cultura como identidad y lo hacen “marginando a los sectores mayoritarios de la sociedad”, quedando todo en su ámbito y sus relaciones con los otros no con el nosotros, a lo que agrega que “la cultura no puede ser excluyente en tanto proceso social”, ya que en esos términos una sociedad se identifica con esa exclusión y niega una integración social que nos lleve a la identidad autoafirmativa del nosotros, que nos involucre a todos.
Las élites parten de una apropiación de la cultura en la que esta es de su exclusiva pertenencia, lo que contrapone a los cultos (la élite) con lo popular (los incultos). En otras palabras, las élites son dueñas de la cultura y a esta se la identifica con lo artístico, con una herencia de otro ámbito, de otro mundo, de otros parámetros, en lo fundamental europeos. Y es con esos elementos con los que las élites juzgan a un mundo en el que su visión identitaria niega lo popular y exalta su cultura (que es ajena) para mantenerse en la negación de el nosotros y acentuar las diferencias.
Es casi imposible dar una idea cabal y convincente de las ideas prácticas y teóricas manejadas en este libro, la magnitud y calidad de la bibliografía manejada con pulcritud y acierto, desde Mariátegui, Chomsky y Eco hasta Marx, Engel y Lotman, pasando por García Canclini, Hauser, McLuhan, Toynbee, Sadoul, Unamuno, A. F. Rojas, Sarmiento, Sánchez Parga, Agustín Cueva, etcétera, la inteligente y didáctica arquitecturización de lo argumentado, en fin, la riqueza de un libro que todos deberían leer para afirmar el nosotros en nuestra búsqueda de una identidad sólida y coherente. Ese nosotros que Massucco trajo y encontró entre nosotros.
Ahora un paréntesis egotético (¿egotétrico?). Me preguntan frecuentemente qué estoy escribiendo. A lo que respondo que nada y es cierto. Pero agrego que tengo el proyecto de tres libros, que espero poder terminar, lo que también es cierto, aunque incierto. Tengo los títulos, que son El oscuro resplandor, El sueño de El Muerto y La casa sobre el promontorio. “Tan lindos”, me dice un amigo, refiriéndose a los títulos, y agrega: “Ojalá no los dañes”. Como un eco oigo mi voz que dice “Ojalá”. (Alá lo quiera)
Ni me celebro ni me canto. A estas alturas (¿qué fecha será hoy?) le hemos ganado ya a los bolivianos. Después de haber goleado (3-0) a Chile en campo neutral, era lógico. Y como casi perdemos, que también era posible, mejor juguemos a la macateta: o con un filiporte.
¿La mamá de quién? A no con la madre decía el hermano Pablo, encargado del Internado del colegio La Salle de Quito. Ni con la mía grita Pedro que ni a primo llega, tampoco a cristiano. La tuya si es conmigo, chilla un desconocido. Qué poca madre, exclama Juanito. Poca pero santa, replica el aludido.
¿Será? Duda el desmadroso. Mientras tanto, entre peña y peña, Periquito sueña.
Dispara. Puntería a los talones, fogonazo a la nariz. Amén, que es lo mismo que ojalá.
Y grata, gratísima sorpresa: lo bien que jugó Ecuador en Montevideo: 1-1 con Uruguay, trayéndose un punto, y debieron ser tres porque mereció ganar. Luego viene Chile a Quito. No tengo la menor duda de que ganaremos.