Los niños ya vienen con el chip instalado. Por eso es que las nuevas generaciones manejan 'al dedillo' las tecnologías y adaptan su vida cotidiana a los dispositivos electrónicos.

La televisión, el Internet y especialmente los videojuegos son los culpables de que aumente su pasión y aprehensión hacia las pequeñas pantallas, para dar rienda suelta a este tipo de entretenimiento.

Los menores, sin darse cuenta, desarrollan una especie de "cordón umbilical" entre las palmas de sus manos y los botones de un teclado, ya sea de los controles de una consola de video o de las teclas de un teléfono celular, señala Rolando Urrutia, psicólogo infantil.

El experto reconoce que si bien las consolas pueden convertirse en una forma de entrenamiento, hay que tener cuidado de su uso excesivo.

Urrutia realiza esa alerta porque la afición a los videojuegos (en cualquier plataforma) se incrementa en temporada de vacaciones. "En estos tiempos, generalmente, ambos padres trabajan y muchas veces sus hijos no tienen con quién quedarse. A su criterio, los juegos se convirtieron en una 'niñera', ya que "los mantiene entretenidos y es ahí cuando inicia una relación de dependencia", explica.

Hay casos en que los padres, con tal de que sus hijos se queden en su casa, prefieren que pasen "prendidos a los videojuegos", añade Margarita Obando, orientadora vocacional del Centro Aprendamos.

La especialista no pretende que se satanicen estos dispositivos de entretenimiento. De hecho considera que con una buena administración, se puede sacar provecho porque se desarrollan algunas destrezas como motricidad fina, capacidad de acción reacción, se estimula la lógica y la agudeza visual. Sin embargo, reitera que cuando los menores pasan todo el tiempo en los video juegos, llegan a perder la dimensión de la realidad.

"Pasan su tiempo en "automático". Es decir, actúan pensando solo en los juegos, los personajes de esa ficción. Muchas veces viven calculando en qué tiempo pueden volver a jugar. Esa es una alerta que hay que tomar en cuenta", reitera la experta.

Diana Pillajo (46 años) empezó a vivir este problema. Su esposo trabaja en Piura (Perú) y ella labora como asistente de contabilidad. En promedio llega a su casa a las 20:00, por lo que deja a su hijo solo en la casa.

La madre contó que antes su vástago era muy buen alumno. El año anterior pasó con buenas notas y de premio le compró una laptop. Su tío le instaló varios juegos. Error. "En vacaciones pasó todo el tiempo encerrado en su cuarto. Yo me di cuenta por qué el almuerzo que le dejaba preparado, no se lo servía".

Diana creyó que esta "distracción" desaparecería con el nuevo año lectivo, pero se equivocó. "Esta vez pasó las materias con las justas. Se ponía a hacer los deberes solo después de que llegaba a la casa", cuenta la mujer.

Las consecuencias

La pedagoga Eliana Arévalo habla de otras consecuencias que sería importante atender en la temporada vacacional: “La adicción a los juegos virtuales provoca que los niños desechen las actividades físicas. Es uno de los primeros factores para convertirse en personas sedentarias".

Pero Arévalo va más allá. La experta agrega que pierden la capacidad de mantenerse en contacto social. "Por mantenerse pegado a una pantalla pierden su calidez y hasta emociones".

Si se trata de los teléfonos celulares, la pedagoga advierte que pueden provocar ansiedad, dependencia y encubrimiento emocional.

Napoleón Vásquez, psicólogo educativo y familiar de Programas Educativos Psicología y Salud (Proeps), advirtió que cuando se produce esta situación, los niños y/o adolescentes manifiestan 3 conductas: atención dispersa, memoria frágil y baja concentración. "Cuando los niños en edad escolar se dedican a los juegos, bajan en su rendimiento porque sus capacidades mentales están agotadas".

Incremento de actividades entre padres e hijos

Ante esta situación, Vásquez advierte que retirarles los juegos no es la solución. El experto advirtió que si se les retira estos aparatos, se los esconde o se les deja bajo llave, los jóvenes o niños pueden desarrollar un síndrome de abstinencia e incluso ansiedad, lo que provocaría una mayor necesidad de mantenerse en ese mundo.

Arévalo señaló que el primer paso es ponerle horarios de juegos. "Se les puede decir que ellos pueden entretenerse solo cuando hayan hecho sus tareas e inculcarles que cuando estén en familia, no pueden usar estos dispositivos".

Ángel Vera vive esta situación con mucha frecuencia. Él es padre de 2 hijos y contó que sus niños tratan de quitarle el celular para entrar a varias aplicaciones.

El progenitor contó que para evitar ese problema, los lleva al parque o juega con ellos. "Trato de que no pierdan el contacto conmigo y que se mantengan activos", opinó. (I)