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El Telégrafo

Un tránsito por el arte y la cultura

Un tránsito por el arte y la cultura
Cortesía
29 de octubre de 2020 - 00:00 - Natalia Tamayo

Llegué a Guayaquil el 15 de septiembre de 1998 para trabajar en Diario Expreso, en una época, que ahora puedo decir, fue una de las mejores de los medios de comunicación escritos. Junto con la Iglesia Católica y las Fuerzas Armadas, se encontraba entre las tres instituciones con mayor credibilidad a nivel nacional.
Tres años habían transcurrido desde que la columna del periodista Jorge Vivanco Mendieta, subdirector de Diario Expreso, provocó el juicio político por uso de fondos reservados del vicepresidente Alberto Dahik.

La experiencia de la destitución del presidente Abdalá Bucaram aún estaba en el aire y el recién posesionado Jamil Mahuad se encontraba en pleno proceso de negociación de la paz con Perú.

Mientras el país cerraba la herida abierta que mantenía con Perú, se abría otra. La crisis financiera de finales del siglo pasado dejó un total de 28 entidades financieras cerradas; miles de personas sin sus ahorros; pasamos del Sucre al dólar, salieron del país más de dos millones de ecuatorianos y destituimos por segunda ocasión un presidente.

Mientras el país se caía la prensa se levantaba. La transformación de la década de los 90 trajo consigo nuevos sistemas de producción en línea, modernización tecnológica, rediseños de páginas a full color, nuevas secciones y variedad de géneros periodísticos. Se establecieron clubes de suscriptores y las ediciones dominicales superaban las 60 páginas.

La organización documental y fotográfica de los diarios Expreso y Extra; y luego de El Universo, me acercaron a un Guayaquil que no había conocido: el Puerto marítimo; el Malecón Simón Bolívar con dos carriles para autos; el movimiento del comercio informal; el Correo con servicios al filo de la vereda; barrios con gente jugando en la calle; ciudadanos caminando por sus calles.

A la par que la modernización tecnológica se ejecutaba en los diarios locales, la ciudad recorría su propia ruta de regeneración urbana. El Malecón 2000, cuya ribera asemejaba el perfil de una iguana, mostraba una ciudad de cara al río. El cerro Santa Ana se pintaba de colores y el cemento le ganaba espacio al agua.

En estos 22 años de vida en Guayaquil he sido testigo de los cambios operados en la ciudad. La construcción de pasos a desnivel que como lenguas de asfalto irrumpieron en la Av. Carlos Julio Arosemena, en la Atarazana, en la Av. 25 de julio, en la Av. De las Américas y en varios tramos de calles internas del centro de la ciudad. Un corredor vial que integro luego los túneles del cerro Santa Anta y San Eduardo.

El cambio no fue exclusivamente urbano sino también cultural. En ese sentido vale rescatar dos momentos claves que ha vivido la ciudad. El renacer desde finales de los 90 a partir del Museo de Arqueológico y de Arte Contemporáneo, MAAC que arrancó con una variada programación en el 2002 y el establecimiento de una universidad cuya especialidad son las Artes.

El MAAC y la música presentó, desde el 2002, cientos de artistas y variados conciertos gratuitos para ser disfrutados por el público en la Plataforma del museo. Ese mismo año, el Proyecto “Ataque de Alas” fue el primer programa de inserción del arte en la esfera pública. Fue una muestra inédita. Elementos expositivos salieron de museos y galerías para colocarse en la calle, en el malecón, en el río y promover una reflexión sobre temas y agendas públicas. En ese contexto se propuso la creación de un centro de estudios artísticos. El Instituto Tecnológico y Superior de Artes del Ecuador (ITAE) abrió sus puertas en el 2003.
Guayaquil se había convirtió en epicentro de las artes visuales del país. Ese mismo año 86 grabados de Rembrandt fueron exhibidos en el renovado Mercado Sur.
En julio del 2004, con la muestra Umbrales del Arte en el Ecuador, Poéticas del Borde y la Sala Autoral del maestro Enrique Tábara se abrió oficialmente el Museo. La ceremonia de inauguración contó con la presencia del presidente Lucio Gutiérrez, quién duraría en su cargo apenas 9 meses más pues fue destituido en abril del 2005.
Una gran ciudad debe tener como base sólidos medios de comunicación y ellos deben expresar el sentir de su ciudad, afirmaba Carlos Pérez Perasso, director de Diario El Universo, periódico en el cual laboré 15 años.
Sin redes sociales ni viralización de noticias, la mejor herramienta para mantener audiencia era confiar en saber qué, cómo y cuándo publicar una noticia. Secciones como Ciudad y Gran Guayaquil daban cuenta no sólo de la ciudad portuaria sino también de las poblaciones adyacentes: Durán y Samborondón.
Las páginas culturales, durante la primera década del Siglo XXI informaron de una variada agenda y eventos, así como de la incorporación de crítica gastronómica, de teatro, de televisión, de conciertos en bares y locales privados lo que atestiguaba el cambio experimentado en el puerto.

Un segundo momento de relevancia cultural ha sido el establecimiento de la Universidad de las Artes, fundada en diciembre del 2013. Ofrece 8 carreras incluyendo a Pedagogía en Artes y humanidades que es compartida con la UNAE: Creación Teatral, Danza, Literatura, Cine, Artes visuales, Producción musical; y, Artes musicales y sonoras. A eso se suman cuatro Maestrías en Políticas Culturales y Gestión de las Artes; Fotografía; Composición Musical y Literatura. 

En este tiempo ha convocado a casi 2 mil estudiantes y 160 docentes en un modelo que concibe la educación pública en artes como un derecho y la cultura como la posibilidad de transformar y construir nuevos sentidos.

Situada en el edificio de la Gobernación, ha generado un dinámico movimiento en calles y plazas del centro porteño que hablan, en la práctica, de cómo el arte impulsa la vida urbana, el uso del espacio público y la economía local.

La restauración de los edificios patrimoniales de El Telégrafo y Banco La Previsora –ahora Mz 14- han servido en ese propósito. Mención especial tiene la Biblioteca de las Artes, cuya sede fue originalmente el Banco de Descuento, concentra en 5.000 mt2 la que podría ser la mejor biblioteca del país.

Como dispositivo cultural plantea una biblioteca universitaria, un espacio de investigación, una plataforma expositiva de arte contemporáneo y una sala infantil pensada para la creación y educación en artes para niños y niñas. Conserva, además, la colección histórica de Diario El Telégrafo y de su archivo de fotos, importante fondo documental disponible para el uso de investigadores.

A 200 años de Independencia, la ciudad ha transitado por mucho. Ha visto cambios, ha atestiguado momentos culturales importantes. Ahora necesitamos plantear políticas públicas culturales construidas de manera participativa y que comprendan la amplitud de actorías sociales y a todo el territorio guayaquileño, que impulsen procesos que nos permitan reencontranos, afianzar la cohesion social la autoestima, el reconocimiento de los saberes y las potencialidades de cada saber. Que nos permitan debatir y ser sensibles sobre temas profundos como la interculturalidad, la memoria, el espacio público.

Historiadora, fue directora de la Biblioteca de las Artes. Actualmente coordina la Maestría de Políticas Culturales y Gestión de las Artes.

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