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El Telégrafo

Un Guayaquil intercultural es posible

Un Guayaquil intercultural es posible
Cortesía
25 de octubre de 2020 - 00:00 - Jorge Albuja Tutivén

Desde sus orígenes, la ciudad ha sido un punto de gran movimiento humano, gentes cuyos destinos se han tejido al vaivén de la ría y que hoy se esconden tras la fragilidad de la memoria. A continuación comparto una reflexión propositiva a partir de mi experiencia docente, pero también de humano y habitante de un Guayaquil donde la identidad se disputa entre lo político, lo social, lo racial, lo espacial y lo económico.

Repensar nuestra identidad: Durante estos meses de encierro he salido varias veces a la tienda, al principio quienes también compraban me miraban raro. Cuando me escuchaban pedir 10 centavos de hierbita en español-guayaco se asombraban, seguro se daban cuenta que podía entender las palabras que decían en voz bajita”, Kayi, joven ecuatoriana de origen chino.

La covid no solo trajo muerte y desconcierto, también expuso rasgos discriminatorios hacia localidades, comunidades históricamente marginadas y de origen extranjero, mostró la cara cruda del regionalismo y profundizó la ruptura del tejido social.

Pese a todo esto nadie quedaba exento del virus, es un monstruo colosal que inevitablemente ha mostrado nuestras cicatrices, esas que habíamos tratado de cubrir con complejos y prejuicios.

“Vivo desde siempre en el Guasmo Sur, muy cerquita al hospital general. En mayo empecé clases en un colegio nuevo, me tocaba salir al jardín a coger internet, de vez en cuando se escuchaban sirenas de ambulancias, no tanto como en marzo y abril. Cuando me preguntaban dónde vivía evitaba decir que aquí, me daba miedo que pensaran que tenía covid”, Maikel.

La desigualdad social de Guayaquil se puede evidenciar en sus fronteras espaciales y en sus muros. En ser de “núcleo” o “periferia”, en la forma en cómo te puedes condicionar bajo una identidad que aborda a la mayoría de sus habitantes como foráneos.


Repensar la interculturalidad 

La educación, en todas sus formas, es la vía más potente para la transformación social. Sin embargo, los sistemas siempre esperan que la sociedad se eduque bajo unos parámetros que muchas veces no reflejan sus realidades, las expresiones culturales se dinamizan constantemente, ser conscientes de ello posibilita nuevos vínculos con una población joven y con nuevos discursos de la diversidad.

La riqueza de Guayaquil y su cantón reside en su diversidad, pero es algo que todavía no vemos. “Cuando se habla de indígenas en Guayaquil se nos suele identificar con la vestimenta y las despensas, lo cierto es que yo y otros amigos no usamos las prendas tradicionales y estudiamos algunas carreras. Mis padres lucharon mucho por su negocio de abastos, gracias a ellos pronto me podré graduar”, Martha.

Los espacios educativos, culturales y comunitarios, los gobiernos y las organizaciones, deben apostar por nuevas propuestas donde la interculturalidad no solo se justifique bajo una mirada estética de la cultura, un esquema conceptual o una frase integradora que muy pocas veces refleja una verdadera acción inclusiva.
Están sucediendo muchas cosas positivas, el trabajo colaborativo es clave entre todas las fuerzas, el intercambio de conocimientos y experiencias nos puede hacer romper los muros. Un verdadero diálogo intercultural se construye desde la puesta en valor de problemas que se deben investigar, repensar y transformar. (O)

* Responsable Programas de Educación Intercultural y Museo de la Diversidad Cultural 

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