Tejemujeres cumple 22 años de hilar su sueño
Vender una gallina para dedicarse al oficio de tejedora, no es un cuento. Esta es la historia real de una de las 29 socias de la Cooperativa Tejemujeres, del cantón Gualaceo, que actualmente exportan prendas de vestir y tejidos decorativos al extranjero.
Cuando tenía 19 años, María Muy ya sabía tejer, no tenía trabajo y decidió sumarse al colectivo vendiendo su animalito, hace 27 años.
En aquella época el arte de tejer a mano “era muy apreciado, pero mal pagado por la explotación de los intermediarios que se llevaban la ganancia de las artesanas”, explicó Muy.
La situación de desigualdad, maltrato laboral más la falta de empleo y la migración hizo que las mujeres gualaceñas en 1992 se organizaran y comenzaran con su emprendimiento textil.
Luego de cinco años obtuvieron la personería jurídica y este mes la cooperativa cumplirá sus 22 años de historia.
La tradición
La artesana añadió que tejer era una actividad asociada a las actividades domésticas. Las madres, abuelas y las religiosas católicas enseñaban este arte a las niñas.
Un ovillo de hilo, palillos, crochet o un telar eran y son las herramientas de este grupo rural que combina este arte con las labores agrícolas o ganaderas.
La mayoría de sus integrantes proviene de las parroquias Luis Cordero, Daniel Córdova, Mariano Moreno y Remigio Crespo.
Es decir, se las puede encontrar en el campo con sus animales, en el patio de su casa, caminando con sus hijos o en una reunión comunitaria.
No obstante, las 29 tienen una característica particular para identificarse. Se trata de un tejido que llevan en sus manos.
“Hago diversas actividades, pero siempre va conmigo mi tejido”, puntualizó Victoria Yanza, mientras avanza en las puntadas para la elaboración de una bota navideña.
Yanza vive en la comunidad Laguan, en la parroquia Luis Cordero, tiene tres hijos y hace dos décadas se dedica a este oficio que ayuda a sustentar su hogar.
Generan empleo
Desde 2018 esta cooperativa cuenta con una clienta estadounidense que les compra decenas de botas decorativas con diseños para diciembre.
De acuerdo a la cantidad de la compra, la cooperativa abre plazas de trabajo para otras artesanas que no son socias, pero aportan con mano de obra por la demanda de artículos.
En cifras, 90 mujeres de los cantones aledaños de Chordeleg y Paute se han empleado. Algunas también hilan la lana de oveja.
En cuanto al trabajo, este se distribuye de acuerdo a la capacidad. Envían materia prima para 20 o 50 pares y, a su vez, involucran en la tarea a familiares.
Sin embargo, la meta principal siempre será cumplir con el pedido y que la calidad se mantenga, comentaron las socias.
Cristina May indicó que cada media les toma cerca de cinco horas, dependiendo del diseño, el tamaño o grosor del hilo. Es la socia más joven y encargada del área de comunicación.
Otro de los productos más apetecibles por los compradores son las chompas.
Aunque ellas también cuentan con diseños de mantas, gorras, bufandas, bolsos, guantes, accesorios para cabello y ponchos.
Pero la innovación va más allá, ya que también venden muñecos pequeños elaborados a crochet desde $ 3.
No obstante, el valor de otras piezas como una chompa de fibra de alpaca puede costar sobre los $ 180.
En el marco del crecimiento, Tejemujeres efectuó un desfile con su nueva línea de productos que pueden ser adquiridos en su tienda arrendada, ubicada en las calles Tres de Noviembre y Eugenia Espejo, en el centro cantonal de Gualaceo.
La cooperativa también participa en las ferias artesanales para promocionarse. (I)