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Familia y escuela, claves para evitar el “bullying”

Familia y escuela, claves para evitar el “bullying”
06 de octubre de 2013 - 00:00

“Wambra Kunapak Yuyay Kuna”, en español “el pensamiento de los jóvenes”, resume un poco la motivación de este colectivo: promover acciones en defensa de los derechos de los jóvenes.

Desde hace un año se reúnen y forjan proyectos comunitarios en diferentes provincias del país. Esta semana, por ejemplo, concretaron un manifiesto orientado a detener el “bullying”: conflicto silente que se teje en los rincones de los colegios.

En el  Reglamento a la Ley de Educación General Intercultural y también en el Código Civil se determinan las responsabilidades que tienen los tutores para prevenir estos abusos.

El acoso escolar se refiere a la conducta agresiva, violencia psíquica o verbal, que personas de edades pares o mayores ejercen sobre los menores.

“Desde 2006 está alcanzando un valor importante para frenarlo”, dice el psicólogo César Piedra. “Ha existido por generaciones y actualmente es crítico porque hay estudiantes que lo hacen para dañar las emociones de otra persona”.

Las situaciones que pueden producir el “bullying” son muchas. El psicólogo Piedra menciona tres: “primero, la competencia se prioriza mucho -quién sabe más, quién tiene la mejor mamá, etc.-; segundo, tenemos una cultura de cero tolerancia, por ejemplo, ciertos padres generan rechazo cuando dicen esa persona no es de la misma clase; y tercero, se suscitan actitudes defensivas en ellos”.

La campaña “No me quedo callado” se creó para que se denuncien cuando estos casos ocurren en los colegios... Estos abundan en el país.

El 62% de casos de acoso físico ocurre en instituciones públicas y un 59% en las privadas, informó el Observatorio de los Derechos de la Niñez y Adolescencia (ODNA) en 2011.

El principal mecanismo para afrontar los efectos del “bullying”, según Piedra, es “fortalecer el núcleo familiar porque quienes lo sufren sienten miedo, culpabilidad e inseguridad”, entonces la función de la familia es determinante.

Álvaro tiene 22 años, pero aún recuerda sus experiencias desagradables cuando estaba en el colegio. “Un ‘man’ de quinto curso me pegaba siempre, me humillaba; luego empecé a ir al gimnasio. Si alguien me provoca, me defiendo”, relata.

 

El manifiesto “Wambra Kunapak Yuyay Kuna” exige al Gobierno instalar la Red Institucional de los Códigos de Convivencia para reducir el “bullying”.

El especialista manifiesta que este fenómeno en psicología se conoce como “compensación”. “Para aplacar el trauma se lo suple desarrollando una habilidad, sin embargo lo correcto es reconocer el problema”.

Para Rayanita Sopa, quien estudia en el Colegio Fernández Madrid en Quito, el respaldo de su familia fue valioso. “Tengo 12 años y en el ‘cole’ me dicen “pulga” porque soy pequeñita; al principio los insultos me herían”, dice. La niña conversó con sus padres del asunto, ellos le explicaron la actitud equivocada de sus compañeros.

“En mi experiencia personal, los departamentos de Orientación y Bienestar Estudiantil (DOBE) fueron un fiasco, no te ayudan cuando tienes problemas de fondo que a veces no puedes compartir ni con tu misma familia”, dice “Álvaro”.

Para Alan Beane, especialista en bullying escolar, el método para combatirlo es un sistema preventivo que privilegie la convivencia y se lo logra “creando aulas positivas donde todos se respeten, trabajen juntos y acepten sus diferencias”. Él sostiene igualmente que es importante que “los alumnos definan el acoso escolar, señalan conductas de maltrato y disipan mitos sobre este asunto”.

 

Este colectivo trabaja en 8 provincias del país: Pichincha, Imbabura, Tungurahua, Esmeraldas, Manabí, Cotopaxi, Carchi y Los Ríos, en varios proyectos comunitarios con la colaboración de las autoridades.

El manifiesto “Wambra Kunapak Yuyay Kuna”, entregado esta semana a la titular de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivadeneira, aborda esta problemática e indica que los tutores deben estar capacitados para atender conflictos de acoso escolar.

“Deben cambiar las estructuras, pero los resultados no serán inmediatos porque las instituciones tienen un numeroso alumnado”, explica el psicólogo Piedra.

Pero pese a la acción de algunos orientadores ciertos casos no cesan. Cristian Simbaña, de 15 años, asiste al colegio capitalino Santiago de Guayaquil. Sus amigos lo animan a contar que es víctima de “bullying”. El muchacho duda en exponerlo, cuando se decide aprieta sus brazos y se encoge de hombros.

“Mis compañeros se burlan de mí, me quitan la plata y hasta me obligan a hacer cosas contra mi voluntad, como molestar a otros estudiantes”, dice intranquilo.

El joven vive con su madre y hermana, pero prefiere no contarles lo que pasa. “Mi mamá tiene una enfermedad cardiaca. El doctor le advirtió que un sobresalto podría causarle un paro”, cuenta. Sigue “me han golpeado” y no se defiende para evitar que lo agredan nuevamente.

Tras quejarse en el Departamento de Orientación, les llamaron la atención, pero esto aún continúa. En consecuencia reconoce que bajó su aprovechamiento.

-¿Si esto sigue así cree que le afectará cuando sea adulto? Él responde dubitativo, no sabe. Por ahora, solo siente miedo.

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