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El Telégrafo
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Después de la tragedia, solo queda levantarse a punta de optimismo

Después de la tragedia, solo queda levantarse a punta de optimismo
29 de mayo de 2011 - 00:00

Wilmer Robayo tiene 24 años, es oriundo de la provincia de Bolívar pero llegó a la capital para vivir con sus hermanos y trabajar como cobrador en un bus de la cooperativa Amaguaña, que hace el recorrido Tambillo - La Marín, en el suroriente de la capital.

Una tarde, mientras cumplía con su labor en el autobús que viajaba por la vía Tambillo, recuerda, su vida dio un giro inesperado al sufrir un accidente de tránsito que lo obligó a permanecer un mes hospitalizado.

Un tráiler lo tiró al piso mientras él se encontraba parado en la puerta del bus en el que laboraba y que estaba en marcha.

Durante varios minutos su cuerpo permaneció atrapado entre el bus  y el tráiler; finalmente y por la fuerza de la velocidad, lo arrastraron hasta las ruedas del trasporte urbano. “Solo escuché el ruido del golpe que el tráiler dio al retrovisor del bus, luego sentí que me haló el brazo y aunque quise, no pude subir las gradas”, recuerda.

Pese al impacto, no presentó fracturas, sin embargo, debió someterse a cirugías para colocarle injertos en la piel que había sido destruida como consecuencia del accidente.

Afortunadamente y en medio del dolor propio y el de sus padres, el dueño del autobús, su jefe, decidió continuar con el pago de su salario hasta que se recuperara del todo y pudiera volver a trabajar. Los trámites con el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) los realizaron a través del Hospital Eugenio Espejo, donde se encuentra internado.

Wilmer no es casado pero tiene un hijo de 4 años que vive en la provincia de Los Ríos; asegura que él es su principal motivación para tomar fuerzas y volver a caminar.

En un primer intento, luego de la operación, sufrió un desmayo por la intensidad del dolor. “No me puedo dejar vencer, mi hijo me necesita y debo trabajar”, se repite durante el siguiente intento y lo logra.

Está a pocos días de recibir el alta, afirma que la gravedad de lo ocurrido no le quitó la esperanza de recuperarse. Es así que se lo puede ver en la cama del hospital con una sonrisa de optimismo frente a la adversidad.

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