“Los niños trans nacen con esa condición, no es una elección”
“La situación de mi hija Amada empezó desde que era muy pequeña. Ella siempre sintió desconexión con su sexo biológico y en su mente y la nuestra, su papá y yo, hubo una gran confusión. Nunca habíamos visto un caso así, pensamos que era una etapa porque los niños también se confunden. Pero en vez de olvidarse era más fuerte y repetía el rol de género femenino.
Era un niño amanerado, buscaba cosas en la casa para emular una falda o fingir que tenía el cabello largo. Nunca sintió afición por el rol de género masculino.
Pensamos que era un niño tranquilo y dulce, tenemos un hogar bastante apacible, nunca veía violencia ni actitudes así.
Esto comenzó desde que tuvo tres años, antes jugaba con muñecas, pero pensamos que no era importante. A raíz de eso, ella tiene esas ideas. Visitamos muchos psicólogos, todos nos llevaban a un desorden, nos causaban tristeza, entonces dejamos ver cómo evolucionaba y crecía.
Cuando llegó a la escuela donde los roles hombre y mujer son más fuertes, vimos que a pesar de ser un excelente estudiante no era feliz. Lloraba, no quería ir a clases porque no le gustaban. Pensamos que vivía bullying y las profesoras se solidarizaban con nosotros. Decían que pasaría pero no fue así. A los cinco años fuimos a los psicólogos con más frecuencia, todos ellos nos dieron el mismo diagnóstico: desorden mental. Pero no podíamos creer porque era un estudiante brillante.
En diciembre de 2015, conocimos a una transexual guayaquileña que nos contó su infancia. Así y averiguamos qué era ser gay, transgénero, transexual, unos conceptos muy confusos para alguien que no está dentro de esas comunidades. Era muy difícil comprender, teníamos amigos gay, pero no alguien conocido con ese comportamiento.
Al final, estábamos desesperados, nuestro hijo no era feliz, sufría de ansiedad y lloraba por no ir a la escuela. Vivió varios episodios de bullying porque era demasiado femenino: jugaba con niñas, no con sus compañeros. Ellos le gritaban: ¡eres una nenita por eso estás con ellas;! ¡Eres gay por eso no quieres jugar con nosotros!. No querían llamarla por su nombre femenino. Le escribían en su pupitre que ella no se llamaba así, no tuvieron un poco sensibilidad.
En nuestra sociedad, ser gay es sinónimo de algo malo. El bullying no cesó, era latente, pues estos niños no encajan en ese ambiente. Les dicen niñas por jugar con otras pequeñas, a veces tampoco querían jugar con él porque era amanerado. Todo esto le confundió mucho porque no le aceptaron en ningún de los dos grupos.
También en la buseta le molestaban, le decían: ¿Por qué eres así? O ¿qué te pasa? En nuestra desesperación llamamos a varios medios de comunicación para preguntar si conocían a otras familias como la nuestra. Muchas veces vivíamos situaciones como estas: nuestro hijo nos decía soy una niña, mami. O no me trates con nombre masculino y no me gusta. Veíamos que cuando él estaba en el rol femenino tenía otra actitud y era feliz. Comía y dormía mejor, y nosotros estábamos muy confundidos.
Pero encontramos a una familia de Santa Elena con una niña de 12 años, que tenía un comportamiento igual al de nuestro hijo. Encontramos un psicólogo que trabajaba con personas trans y él nos puso en contacto con ellos. También nos dijo que la condición de trans aparece en la primera infancia. Todos desarrollamos identidad de género a partir de los tres años hasta los seis.
Sabes quién eres desde la primera infancia y la mayoría nunca entiende la identidad de género. A veces esta puede ser congruente con el sexo biológico otras no. El psicólogo nos explicó que el 0,03% en España y el 0,06% en Inglaterra nacen con incongruencia. Es decir, que a pesar de nacer con vagina se desarrolla la identidad de género masculina; y otras personas que nacen con pene tienen la identidad de género femenino.
Según el médico, esa incongruencia aún no ha podido identificar las razones. Sin embargo, de acuerdo a algunos estudios, eso ocurre por un factor genético, hormonal, o por la progestonera testosterona en meses de la gestación. No hay consensos pero es parte de la diversidad de humana.
El 18 de junio de 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la transexualidad no es una enfermedad mental. Nosotros investigamos mucho sobre el tema, hicimos muchos análisis médicos y nuestra conclusión es que una persona trans si logra vivir en su género y si su familia lo acepta, como en nuestro caso, su calidad de vida es mucho mejor. Lo mismo ocurre con su autoestima, se consideran igual a todos y no se sienten extraños porque saben que tienen esa condición y hacen una vida regular.
En el momento en el cual hicimos un reportaje sobre el tema nos llamaron otras familias, con hijos de todas las edades. Una de ella es María Gregory, quien experimentó la misma situación con su hija, de cinco años, a ella no la dejaban ir al baño durante toda la jornada de clases. María, quien es española, pero vive en Santa Elena, tuvo que ir a la Junta de Protección de Derechos, a la Corte Provincial y a la Corte Constitucional para proteger a su hija y exigir que se cumplan sus derechos.
Estos niños trans son la nueva generación, las anteriores eran tratados con violencia en sus propias casas, obligados a salir de ellas y a vivir en la marginalidad. Con la nueva generación hay comprensión y acompañamiento. Ellos son parte de la diversidad, nacieron así y es importante que ellos conozcan eso. En Brasil hay estudios que señalan: las placas de cerebros transgénero de trans femenina se asemejan mucho a la de las mujeres con vagina. Esa condición nace contigo y no puede manipular el cerebro, ni eliges que tu hijo va a nacer así.
Hay poca información en Ecuador, por eso María Gregory, mi esposo y yo creamos la Fundación Amor y Fortaleza. Primero porque solo el amor por hijo te da fuerza para enfrentar todo lo que te viene. Nuestra hija fue aceptada por nosotros y por los demás, incluso hubo una sentencia de la Corte Constitucional para cambiar su cédula.
Pero, además, hay la arremetida de la sociedad que ha sido muy fuerte. Piensa que los niños eligen ser así y los padres ponen los límites. Sin embargo, no es una cuestión de elección porque es una condición que nace con ellos y en familias heterosexuales. No discrimina la posición socioeconómica ni la instrucción, hay familias como la mía en todo el país y de todos los estratos sociales. Ellos buscan información, contacto con el psicólogo, o preguntan ¿cómo hacemos en la pubertad? La fundación les da la información y asesoría para las familias.
Nuestra hija, hizo la transición y escogimos un nombre para ella: Amada, porque nació en una familia donde siempre ha sido y será amada. Ella tenía tanto conflicto en cortarse el cabello porque quería llevarlo largo, eso es parte del rol femenino.
Nosotros pasamos por una pésima experiencia: 14 escuelas de Quito no aceptaron a mi hija ni a su hermano. No estaban dispuestos a llamarla por su nombre ni a que vista el uniforme de ni a dejar que utilice el baño de niñas. Por suerte, encontramos un colegio laico que recibió a mis niños sin ningún problema.
La niñez trans nunca se ha tratado en este país, es un tema de familia, pero no desde el enfoque de la calle. No existe acompañamiento para los padres ni para los niños que nacieron con esta condición. Hace falta información y la gente debe comprender no se puede expulsar ni marginar a estos pequeños.
El tema de Amada es muy importante porque su lucha no es solo la historia de ella, sino de tantos otros niños en su misma situación. A ella le dieron su nueva cédula con su nombre femenino. En total había 250 personas adultas que se cambiaron nombre, en febrero ya eran 675 personas empadronadas y cambiados sus nombres.
Actualmente, hay 1.028 adultas y una sola niña, que ya tienen nuevas cédulas con otros nombres. Eso evidencia que existen personas con esa condición, pero en este país recién se habla del tema. La falta de conocimiento sobre su condición ha llevado a que esas personas hayan sido expulsadas a la calle, vivan en la marginalidad, sin educación ni acceso a la salud. El promedio de vida de un trans es corto, apenas, 35 años. Muchas trans mueren en situaciones violentas y manos de cierta gente que no conoce nada sobre ellas.
Esto te puede suceder a ti, es como el síndrome de Down, no hay elección posible. No es un tema de elección, ellos nacieron así y lo único que piden es comprensión como sociedad, y que a las trans adultas, que viven sin amparo de sus familias, no las violenten en el espacio público.
Rechazamos que este tema se acoja para las plataformas políticas de ciertos cadáveres políticos. La gente no conoce ni quiere conocer, no se autoeduca ni quiere hacerlo, las personas con esa condición son terreno fértil de movimientos políticos. El conocimiento de esta condición hace que ciertas familias no bote a un hijo a la calle, sino que lo eduque y lo apoye.
Los padres necesitan más información, en páginas web hay estudios, porcentajes y nombres y direcciones web de más organizaciones alrededor del mundo. Las historias de niños y de jóvenes trans vienen con melancolía.
Para mi familia fue una etapa dura, pero hoy somos completamente felices, los que captan bienvenido sean y los demás que sigan su camino. No podemos educar a los que no nos aceptan porque se nos iría la vida, somos muy felices. La gente que no conoce nuestro contexto, emite comentarios crueles sobre nuestra circunstancia de vida. Es lamentable que los políticos hablen de nuestros niños y aviven el odio hacia los trans, ellos son los más visibles de la comunidad GLBTI y no se puede esconder. Cuando eres lesbiana puedes meterte en el closet, pero eso no ocurre con los transexuales.
La vida de Amada es regular, no quiere salir ni en televisión ni en publicidad, no luchó por fama, sino para tener un documento que la identifique. Protegen nuestra identidad, no es visible y esa es la decisión de mi hija. Ella está por terminar el sexto grado, es una de las mejores estudiantes. Es también una excelente futbolista y su sueño es ser veterinaria.
Tenemos dos perritos rescatados que ella cuida con mucho amor, Amada hace sus tareas y tiene los conflictos de su edad. A ella, que tiene 10 años, le gusta leer, ver Yotube, jugar con sus primos y hermanos.
Tuvimos suerte con esa escuela que le brinda espacio y ha sido muy sensible con ella. Aceptó la capacitación de nuestra Fundación, además reciben charlas y es bastante sensible. Hay gente que se ha dado la oportunidad de conocer la condición de nuestra hija, somos más fuertes y sus compañeros, padres y maestros nos apoyan. Creo que se han enriquecido y hemos ganado todos.” (I)