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PPK gana el sillón presidencial en Perú

Pedro Pablo Kuczynski es hijo de una maestra francesa y de un judío alemán dedicado de por vida a combatir la lepra en las selvas de Brasil y Perú.
Pedro Pablo Kuczynski es hijo de una maestra francesa y de un judío alemán dedicado de por vida a combatir la lepra en las selvas de Brasil y Perú.
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Un economista de 77 años se presenta como candidato a la presidencia del Perú. Es su segundo intento por hacerse con el poder. Cinco años atrás, en 2011, su apellido, “difícil de pronunciar pero imposible de escribir” —según el humor popular— logró generar un respaldo que, aunque no le alcanzó para entrar en la segunda vuelta, lo posicionó como esa opción que aparece cuando se piensa en el futuro.

En 2016, su apellido volvió a aparecer en la nutrida lista de candidatos en competencia por el sillón presidencial. Las encuestas de opinión, generadas por empresas privadas, lo colocaron en el segundo lugar de preferencia como punto de partida: con ligeras variaciones esa fue la casilla que ocupó durante los 5 meses de campaña. A veces bajó. Su lugar fue arrebatado por candidatos jóvenes, figuras frescas en la política nacional. Pero volvió a subir, pues la “experiencia —esa condición que, se dice— está de su lado”, hizo que el elector le sume respaldo. Y ahí estaba. Dos días antes de la segunda vuelta electoral, el pasado 5 de junio, Pedro Pablo Kuczynski (PPK) seguía ocupando su segundo lugar.

En el Perú, un país con 30 millones de habitantes, al menos 6 millones de ellos en condiciones de pobreza, la promesa política es algo que no interesa. Sus habitantes saben que entre el dicho y el hecho existen una serie de matices que justifican la mentira. Bajo esas condiciones, la sociedad coexiste flexibilizando la mirada frente a la corrupción y la violencia.

En la última elección de alcaldes, por ejemplo, más de un candidato aceptó, tarima y discurso masivo de por medio, haber “robado”, como un valor integrado al perfil de quien detenta el poder. Se instaló, como representación de la eficacia, entonces, la lógica del que “roba pero hace obra”, como el nuevo requisito a cumplir para aspirar al respaldo popular.

En los 2 debates que Kuczynski sostuvo frente a Keiko Fujimori, su rival en esta segunda vuelta, las acusaciones de actos de corrupción entre los candidatos fueron numerosas. La hija de un exdictador, condenado a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad, y acusado de ser responsable, en una medición internacional, del sexto gobierno más corrupto del mundo, se permitía recordarle a PPK el largo historial de acciones polémicas que lo acompañan, como esa aureola de plomo que sigue a un futbolista capaz de hacer autogoles vistosos, excesivos.

Durante la campaña electoral, el fujimorismo se permitió recordar a Pedro Pablo Kuczynski el largo historial de acciones polémicas y denuncias de corrupción que lo acompañan. Foto: AFP

Ligado a la historia de Perú

Nacido en 1938, Kuczynski es padre de 4 hijos y esposo por segunda vez. Madeleine Godard, su madre, fue una maestra francesa afincada en Perú debido al trabajo itinerante de su esposo, Maxime Kuczynski, un judío alemán dedicado de por vida a combatir la lepra en las selvas de Brasil y Perú.
Cada vez que Kuczynski, el candidato, deseaba recordarle al elector su vocación de servicio mencionaba 2 cosas: la entrega de su padre por defender la vida de los peruanos “más olvidados”, y su conocimiento de las “entrañas del país”, al vivir desde pequeño en poblaciones selváticas y altoandinas, en las que su padre ejercía su profesión.

Quien lo conoce sabe que esas 2 credenciales con la que busca zambullirse dentro del Perú profundo son, a la vez, su forma simbólica de zanjar con el pasado.
Formado en Inglaterra, desde sus 20 años el economista Kuczynski ha estado ligado al Estado peruano. Se lo recuerda como uno de los más jóvenes asesores del Banco Central de la Reserva (BCR), organismo regulador de la economía en el país; y también como uno de los condenados a prisión, por evasión de la información, en el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado. Se lo recuerda escapando del Perú para evitar la cárcel e instalándose en Estados Unidos desde donde asesoró a innumerables empresas mineras, petroleras, gasíferas, con sede de extracción en varios países del África y América. Se lo recuerda siendo el responsable de firmar los contratos del gas, cuando ejercía como Ministro de Economía, en el gobierno de Alejandro, el ‘cholo’, Toledo. Se lo recuerda declarando que las movilizaciones en contra de ese contrato estaban dirigidas por gente que vivía sobre los 4 mil metros de altura, allá “donde el oxígeno no llega a la cabeza” y, por ende, de acuerdo con su lógica, “es difícil pensar”. Se lo recuerda diciendo que una líder de la izquierda tenía una “perra vida”, que “el hijo de un ladrón está condenado a ser siempre un ladrón”, se lo recuerda…

Pero Kuczynski prefiere camuflarse. Elige, por ejemplo, un cuy como mascota para la campaña. Viaja a los pueblos del ande y se deja bajar los pantalones para que los asistentes se rían. Toma el micrófono y vuelve a mencionar esta carretera, esta represa de agua, esta Ley que permite la circulación de capitales medianos, todos logros forjados desde el escritorio de funcionario internacional, de técnico con experiencia, de ‘lobista’ con diversos contactos en el mundo, ese membrete que ahora parece haber dado resultado.

Una elección reñida

Esta ha sido la elección más reñida en el Perú en los últimos 35 años. No se recuerda una victoria tan apretada, definida apenas por 41 mil votos. Un país polarizado recibirá Kuczynski este próximo 28 de julio, cuando asuma, junto con su gabinete, el poder presidencial.

Generar 3 millones de empleos formales en 5 años, invertir el 6,5% del PIB en educación, bajar los impuestos a las pequeñas y medianas empresas (el IVA del 12% al 10%), otorgar servicios de agua potable, titulación de tierras, enfrentar la violencia, todas sus promesas de campaña deberán enfrentar la realidad. Y la realidad está partida por la mitad. La mitad del país ha votado por Keiko Fujimori, lo ha hecho antes también para darle la mayoría en el Congreso, existe una oposición en formación que se ha declarado vigilante e implacable contra sus errores. Este será el momento en que sus dotes de negociador deberán jugar a favor del Perú.

A una semana de la elección presidencial Kuczynski sigue segundo en la intención de voto popular. Keiko Fujimori, en cambio, parece destinada a perder, esta vez sí, el puesto que su padre detentó por 10 años seguidos, y al que renunció, con un país en llamas de por medio, desde Japón a través de un fax.

Pero la memoria de los pueblos tiene momentos en que la historia es anulada. Y sobre el peso del recuerdo, sobre los condicionantes del pasado, se decide inclinar la balanza por el “mal menor”. No hay de otra. Las fuerzas de izquierda lo saben, por eso, 5 días antes de la votación llamaron a sus seguidores a votar por Kuczynski, no por convicción sino por rechazo al pretendido regreso fujimorista. Punto a favor. Los medios de comunicación, que en el Perú pueden aguantar casi todo, se permiten dar un paso adelante en cuanto a ética se refiere, y denuncian, de forma incansable, también la última semana, la serie de casos de corrupción, lavado de activos, narcotráfico, y manipulación de la información, de personas allegadas a Fujimori, algunos de ellos congresistas o financistas de su campaña. Punto a favor. En las encuestas, el antivoto del que gozaba Kuczynski, es decir, el porcentaje de gente que jamás votaría por él estaba justificada por una razón principal: la vejez. No tenía, como en el caso de su adversaria, la marca de la corrupción a sus espaldas. Punto a favor.

De este modo, el candidato ‘gringo’, integrado en el imaginario popular como el ‘viejito’ que siempre aparece en los chistes, cuyos candidatos a vicepresidentes tienen denuncias por apropiación ilegal de tierras y responsabilidad política en la matanza de campesinos en Bagua, se halla el poder, tras la lógica de las representaciones menos malas.

Pero la memoria de los pueblos tiene momentos en que la historia es anulada. A la mañana siguiente de su apretado triunfo frente a Fujimori, en un local de su campaña, aparece colgado de una soga el cuy, su mascota. (I)

Los partidarios de Pedro Pablo Kuczynski celebran los resultados preliminares, que apunta al triunfo del candidato centroderechista, en la sede del partido “Peruanos por el Kambio”, en Lima. Foto: AFP

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