El pan y la chicha, elementos tradicionales en una Pasada
Apenas se ingresa a la vivienda de Rosa Pulla, en el barrio San Sebastián de Cuenca, el olor a pan se torna irresistible.
La levadura, la leña y sobre todo el horno a más de 250 grados de temperatura, vuelven cálido el ambiente.
Las latas suenan a cada momento donde se coloca el pan para ingresar al horno, mientras las hábiles manos de Inés Orquera comienzan a dar forma al producto que se elabora para repartir en la Pasada del Niño Viajero el próximo 24 de diciembre en las calles de Cuenca.
Como es costumbre en la calle Bolívar, por donde pasará la imagen en esta tradición que agrupa a los azuayos y personas de otras partes del país y el mundo.
Los panes que utilizan tienen llamativas formas redondas, de renos, hasta de estrellas. Las manos y los dedos de las artesanas se mueven de forma rápida y armoniosa entre la masa, mientras otras personas siguen sacando del horno el producto ya listo para el consumo.
“Esta es una tradición que mi madre comenzó hace más de 50 años”, indica Pulla. Agrega que la devoción por el Niño Viajero es inmensa y que la misma seguirá de generación en generación.
Son más de 5.000 panes los que serán repartidos el 24 de diciembre y por eso hay que comenzar pronto en su elaboración con la ayuda de familiares, de amigos y personas de buena voluntad que quieren sumarse a este trabajo que se realiza solo una vez al año.
El Pase del Niño Viajero se constituye en uno de los eventos religiosos más tradicionales que tiene el sur del país.
Más de 80.000 personas se dan cita en las calles de Cuenca. La procesión se toma la calle Bolívar pero en sentido contrario.
En este evento religioso participan niños, jóvenes y adultos que se visten de pastores, ángeles.
También desfilan los mayorales que son niños montados sobre un caballo; el animal lleva en su lomo golosinas, como dice Carmen Rojas, entre estas hay caramelos, vinos, licor, panes y un chancho hornado o una gallina lista para degustar.
En la parte alta de la vivienda de la familia Pulla descansa la imagen del Niño Viajero, adornado con flores esperando salir el 24 de diciembre para recorrer las calles de Cuenca en medio de música, flores y oraciones de sus feligreses.
“Muchas personas nos ayudan. Imagínese hacer sola tanto pan, es imposible”, dice Pulla, mientras saca del horno unos panes grandes de no menos 40 centímetros de largo, que serán entregados a personas que llevarán mayorales en el pase del niño.
La chicha también será repartida
Además se repartirá la chicha. Son 10.000 litros de esta bebida que se prepara para los que participarán en la Pasada.
La bebida se la hace en cuatro tanques de 2.500 litros cada uno y estará lista para ser repartida en el momento de la procesión.
La familia Pulla se ubicará en el lugar de siempre, es decir, en la esquina donde está el Santo Cenáculo, calles Tarqui y Simón Bolívar, para repartirlo a los devotos.
La caña de azúcar y la jora son productos que se mezclan con la panela, naranjilla, hierbas medicinales y otros que le dan el sabor. “La chichita no puede faltar en el Pase del Niño, incluso para atenuar el calor”, dijo Carmen Quito que se prepara para la fiesta. (I)