Al cumplirse ayer 2 años del cierre de la cooperativa, su liquidador revela las acciones realizadas para devolver los dineros de los clientes.

Diego Aguilar manifiesta que la institución tenía 126.800 socios y de ellos solo 554 aún no cobran todos sus recursos.

En ese grupo, acota, hay 8 personas a las que no se les ha devuelto el dinero debido a que no justifican la procedencia del mismo. “La ley nos obliga a eso. Cuando hayan justificado les podremos pagar. Son depósitos que van hasta los $ 900 mil”, remarcó el funcionario.

Mientras que del grupo que tienen valores pendientes, 414 personas ya recibieron entre el 70 y 90% de lo  depositado.     

“Nos quedan cerca de 140 ciudadanos que recibieron menos del 70%. De ellos, solo 32  han recibido menos, pero entre ellos hay un grupo que tenía entre $700, $800 o $900 mil”, explicó. En cuanto a los montos desembolsados precisa que a todos se les ha pagado con ajustes.

“En dos años hemos solucionado el problema del 99,7% de los acreedores. El proceso de liquidación ha sido un éxito. Si se revisan las liquidaciones de la crisis bancaria hay algunas que recién se cerraron después de casi 25 años”.

Marcha en la ciudad

En tanto, ayer decenas de clientes de la cooperativa marcharon por las calles de la capital azuaya. Entre ellos estaba María Armijos.Ella llegó de Sumypamba, parroquia de Saraguro, en representación de su abuela de 65 años,  quien por problemas de salud no pudo viajar.

La señora tenía depositado $ 280 mil, dinero que le fue enviado de dos hijos que viven en Estados Unidos.

Armijos señaló que lo que inicialmente fue una facilidad para su abuela, en dos semanas se convirtió en un martirio. “Ella tenía el dinero en Santa Isabel y como abrieron una sucursal de Coopera cerca de nuestra comunidad,  decidió cambiarlo para no tener que viajar”, contó.

A Gloria Fárez, de 53 años,  le indigna que le hayan pedido que justifique el origen de sus ahorros para poder devolvérselos. “No es dinero que los hemos cogido de la noche a la mañana”, dijo.

Recuerda que desde 1985, junto a su esposo, empezaron a ahorrar.

Trabajaban en la agricultura y  criando animales. Luego abrieron una ferretería y en 2005 decidieron depositar sus ahorros en Coopera. “Nos tentaron los intereses y que el dinero esté seguro porque yo tenía guardado todo en la casa”, dijo la mujer. (I)