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Ecuador, 29 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Luego de un fenómeno natural, es recomendable transmitir una sensación de seguridad y calma, de conexión y esperanza

Los adultos mayores son poco visibles en situaciones de desastres naturales

Trabajando en el área ‘adultos mayores’ uno se acostumbra a analizar e interpretar los acontecimientos en el mundo con una óptica gerontológica. Este enfoque sirve también para una reflexión sobre la situación que viven los adultos mayores en catástrofes, que afectan cada día más a la población en todos los continentes.

Los desastres en América Latina y el Caribe tienen sus propias características, como son los efectos de El Niño, de los huracanes, inundaciones o terremotos.

En los medios de comunicación normalmente no se registran informaciones sobre los efectos de un desastre en los adultos mayores, por más que ellos pertenecen a los grupos más vulnerables en situación de emergencia. Los adultos mayores son invisibles, pero se sabe por estudios y la propia experiencia que ellos, por ejemplo en un terremoto, son proporcionalmente más afectados que otros grupos poblacionales.

Hay más víctimas adultos mayores entre los heridos y muertos, pues por su fragilidad física y a veces por discapacidad no logran salir rápidamente de su habitación y llegar a la calle, que ofrece más seguridad. Como en su mayoría son pobres y sin ingresos, su habitación o su casa es construida sin considerar una protección contra sismos, por lo que resulta más dañada.

En situación de emergencia, los mayores viven las consecuencias de la falta de una política habitacional adecuada en regiones de sismos, independientemente si tienen familia o no. También en la etapa post-terremoto los adultos mayores sufren mucho, por tener menos fuerzas y recursos para superar los daños. De los planes de emergencia en general no son excluidos, pero tampoco considerados como uno de los grupos más vulnerables y pocas veces se toma en cuenta sus necesidades específicas en los aspectos nutricionales, higiénicos o de vivienda.

Expertos aconsejan incluir a adultos mayores en proyectos para saber cómo actuar ante catástrofes, así como en planes humanitarios con visión de desarrollo. Foto: mundogerontológico.blogspot.com

Además, como adultos mayores y pobres, sin ingresos estables, no tienen acceso a créditos para reparar o reconstruir su habitación, por lo que dependen de programas de ayuda humanitaria.

Después del terremoto en junio de 2001 al sur de Perú, tuve oportunidad de acompañar el programa de rehabilitación a favor de los adultos mayores, promovido por Cáritas Diocesana de la región y Cáritas del Perú y apoyado por Cáritas de Alemania, y aprendí mucho sobre la especial vulnerabilidad de los mayores en situación de emergencia.

Para saber dónde estaban los adultos mayores afectados por el sismo y cuáles fueron sus necesidades, Cáritas Diocesana realizó encuestas cuyos resultados sirvieron como base del programa de rehabilitación. Se descubrió que aparte de necesidades materiales existían necesidades psicosociales que requerían otro tipo de atención, por lo que nació en las diócesis un programa amplio proadulto mayor.

Nos enteramos de que Cáritas del Perú, en el actual programa de apoyo a la población afectada por el sismo, toma en consideración la situación de los adultos mayores.

Para el futuro queda el desafío de incluir a los adultos mayores en actividades de preparación para saber actuar en catástrofes, evitando o disminuyendo así, en lo posible, daños, y para incluirlos en la implementación de proyectos humanitarios con visión de desarrollo.

Los adultos mayores están más expuestos a riesgos y muerte

Según consta en www.gmhfonline.org, aunque los adultos mayores muchas veces poseen la adaptabilidad y experiencia para pasar la catástrofe, la tensión física puede pagarse muy caro. Cuando una catástrofe golpea, los adultos mayores son los más expuestos a riesgos de enfermedades y hasta de muerte.

Los ancianos frágiles o con limitaciones psiquiátricas y médicas son especialmente vulnerables al estrés que causan las catástrofes.

La pérdida de posesiones valiosas, de los medios para moverse, de las propiedades, como una casa y hasta de la normalidad de la vida diaria, puede resultar devastadora.

Por ejemplo, luego de los huracanes e inundaciones en New Orleans en 2005, muchos adultos mayores experimentaron problemas mentales: sintieron que habían perdido el trabajo y ahorros de toda su vida.

Los trabajadores de la salud vieron entre los pacientes de mayor edad problemas de ansiedad, de memoria, depresión, insomnio e intentos de suicidio. Vieron una alta tasa de problemas psicosomáticos (enfermedades cuyos síntomas físicos son causados por angustia emocional o psiquiátrica), junto con peores problemas de salud y tasas de mortalidad en aumento.

¿Cómo ayudar a los adultos mayores frente a una catástrofe?

Una vez pasado el peligro, de ser posible, los adultos mayores deberán quedarse junto a un miembro de su familia, compañero o cuidador.

Otra medida es reconectar a la persona mayor con su proveedor de salud y/o de salud mental si es necesario, y que restablezca regímenes de medicamentos. El objetivo es, por ejemplo, identificar signos de angustia psicológica como: retraimiento, apatía, agitación, enojo, irritabilidad, recelo, desorientación, confusión, pérdida de la memoria, deterioro físico acelerado, estrés por mudanza, trastornos del sueño, sentimientos de aislamiento de familiares y patrones conocidos de la vida, y regresiones (funcionamiento en un nivel menor al que corresponde, o comportamientos infantiles, como succionar un dedo).

Si alguien está con un mayor durante la catástrofe, debe tratar de transmitir una sensación de seguridad y calma; un sentimiento de conexión y esperanza; brindarle información y ofrecerle consuelo.

El apoyo de las Brigadas Blancas en Bolivia

Las personas adultas mayores, organizadas en núcleos de 20 integrantes de ambos sexos, son parte de las Brigadas Blancas, grupos preparados para actuar en casos de desastres o emergencias.

Los adultos mayores son capacitados en el área de prevención de riesgos, por ser uno de los grupos más vulnerables en situaciones de crisis, como inundaciones, derrumbes, deslizamientos.

Esta es una iniciativa promovida por Help Age International en Bolivia. Según la Organización Mundial de la Salud, los adultos mayores constituyen uno de los grupos más vulnerables en situaciones de emergencia y desastres naturales, ya que pueden tener “dificultades particulares para enfrentar un desastre y sus consecuencias. Es frecuente encontrar entre los damnificados a adultos mayores que viven solos y están aislados de sus sistemas de apoyo; por tanto, suelen tener miedo de pedir ayuda”.

El organismo internacional también señala que es frecuente que después de un desastre, estas personas ingresen fácilmente en una etapa de depresión o desesperación. “Lamentablemente, en algunas personas mayores es común encontrar una falta de interés en rehacer sus vidas”.

Durante una emergencia, los adultos mayores suelen ser excluidos de las decisiones o las acciones de la familia y de la comunidad. También son quienes pueden deprimirse más rápidamente por las pérdidas sufridas.

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