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La tasa de paro forzoso juvenil en 2012 en el país fue de 10,1% frente al 2,6% de la adulta

48% de los adultos mayores no percibe una pensión, según la OIT

Las mujeres adultas mayores se ven obligadas a trabajar para aportar a la economía familiar y para su propia subsistencia, desde la informalidad. Foto: Álvaro Pérez.
Las mujeres adultas mayores se ven obligadas a trabajar para aportar a la economía familiar y para su propia subsistencia, desde la informalidad. Foto: Álvaro Pérez.
01 de noviembre de 2014 - 00:00 - Kléver Paredes/ Silvio Aristizábal Giraldo

La población mayor de 60 años en el mundo suma hoy más de 700 millones. Más de la mitad de esos hombres y mujeres carece de una pensión de jubilación que les permita vivir en condiciones dignas.

La situación tiende a agravarse hacia el futuro a juzgar por el desempleo y la informalidad laboral que aqueja a la juventud actual, es decir, a los viejos de 2050.

Hasta 2030 el número de personas viejas, se calcula, será de 1.300 millones y en 2050 ascenderá a 2.000 millones.

La   mayoría de estas personas estará en condiciones nada envidiables: se prevé que el 80% vivirá en las regiones menos desarrolladas. Y como si esto no fuera suficiente, la seguridad social será cada vez más precaria, tanto en los países industrializados como en los que pertenecen a la periferia.

En el Informe mundial sobre la protección social 2014-2015, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma: “Aproximadamente la mitad (el 48%) de las personas que superan la edad que da derecho a pensión, no percibe una pensión”. Más de la mitad de las mujeres y de los hombres mayores de 60 años en el mundo “no tienen una seguridad del ingreso, carecen del derecho a jubilación y tienen que seguir trabajando, a menudo mal remunerados y en condiciones precarias”.

¿Cuáles son las perspectivas para el futuro? Nada alentadoras: “Solo el 42% de las personas en edad activa hoy en día -señala la OIT- puede esperar recibir pensiones de seguridad social en el futuro, siendo la cobertura efectiva incluso más baja”. El citado informe reconoce que algunos países de ingresos medios realizan esfuerzos para ampliar la cobertura de los regímenes de pensiones contributivas y otorgar pensiones no contributivas, para garantizar un ingreso básico a las personas en edad avanzada.

Al mismo tiempo, muchos países reforman su sistema de seguridad social, liberando al estado de sus responsabilidades y trasladando buena parte de los riesgos económicos a los individuos. En consecuencia, afirma la OIT, el gasto público en salud es “actualmente demasiado bajo” y el 40% del mismo recae directamente en el enfermo. Aunque desde el punto de vista legal existe cobertura en salud, en la práctica la atención es limitada. Con relación a las pensiones, el informe agrega, que se presenta un incremento en las cotizaciones, se retarda la edad de la jubilación y el valor de las mesadas disminuye.

La situación se torna más grave para la juventud actual. Dice la OIT en su estudio “Tendencias mundiales del empleo juvenil 2013”, que los jóvenes tienen 3 veces más probabilidades que los adultos de estar desempleados y son los más golpeados con el incremento del desempleo. En la Unión Europea, para citar el caso de países ricos, donde supuestamente el problema es menor, había en 2012 una tasa de desocupación juvenil del 18,1%, similar a la presentada en 2010 y la más alta en los últimos 20 años.

En el mundo, en 2013 había alrededor de 74,5 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años de edad, desempleados. En Colombia, el desempleo juvenil en los últimos 10 años ha estado en un promedio de 20%, superando la tasa de América Latina y el Caribe que en 2013 se situó en 13,6%.

Pero no solo es la falta de empleo. La informalidad laboral, al no permitir unos ingresos fijos, atenta contra la seguridad social. Aunque al respecto existen grandes diferencias entre países y regiones, el promedio mundial se sitúa en 20%, pero hay países como los de Centroamérica y la región andina (incluido Colombia) donde el 50% de quienes trabajan lo hace en condiciones de informalidad.

El problema se acentúa cuando se trata de jóvenes. Parecería, además, que, ante las escasas oportunidades de obtener un empleo digno y debido a la desconfianza en los sistemas socioeconómicos y políticos, muchos jóvenes sin trabajo, tampoco se interesan por estudiar, conformando la llamada generación ‘Ni-Ni’ (en inglés NEET), ni estudian, ni trabajan, ni reciben formación. La proporción de estos jóvenes en los países con ingresos medios, se situó en 2010 en 15,8% y en América Latina y el Caribe, en 2008, era de 20%. Esta subutilización de la mano de obra joven representa un lastre para el progreso y el bienestar de los países.

La seguridad social es un factor clave para el desarrollo integral. Garantizarla a las generaciones actuales y futuras es un requisito esencial para “no dejar a nadie atrás”.

En la región, entre 2005 y 2011, se logró reducir el desempleo de los jóvenes entre 15 y 24 años de 16,4% a 13,9%, pero la cifra triplica la tasa correspondiente a los adultos. Además, la ocupación de los jóvenes bajó de 5,7% en 2005 a 4,6% en 2011 (gráfico 2). Para el caso ecuatoriano, la tasa de desempleo juvenil en 2012 fue de 10,1% frente al 2,6% del desempleo adulto.

Las cifras preocupan a la OIT. “Estamos frente a un panorama complejo: tenemos la generación de jóvenes mejor educada que haya existido, con un mejor manejo de las nuevas tecnologías y una mayor adaptabilidad en comparación a los adultos, pero hay una serie de obstáculos que impiden aprovechar ese potencial”.

En el caso de Ecuador las acciones emprendidas por el Estado ha contribuido a reducir la brecha entre los adultos mayores que perciben una jubilación y quienes no la tienen. Una de las políticas ha sido la entrega del bono de desarrollo humano a las personas mayores de 65 años, que no cuenten con ningún seguro. Esto beneficia a más de 400 mil personas.

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