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Ecuador, 22 de Abril de 2025
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El Telégrafo

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Las potencias aprovechan las revueltas para tejer alianzas

Los movimientos populares en el mundo árabe son una sucesión de las revueltas iniciadas en 2011, que terminaron con la caída de cuatro gobiernos: Egipto, Libia, Yemen y Túnez, una verdadera revolución comparable a lo que fue la toma de la Bastilla (París 1789) o la revolución rusa (1905). Estos movimientos reflejan un profundo descontento popular con respecto a los gobiernos que tienen todavía propuestas de sucesión basadas en  clanes familiares, aunque no son monarquías,   dejan a parientes al frente del Estado.

La situación en Libia es la que más llama la atención en 2012, aquí hay una verdadera guerra civil con un futuro incierto, lo único claro es que ninguno de los actores de esta guerra puede tener una victoria a corto plazo, más bien parece haber cierto estancamiento al respecto.

Tampoco cabe la  duda de que las principales potencias han intervenido en la región, así como lo hicieron los franceses y los ingleses en el siglo XX cuando se repartieron el Medio Oriente. Todas las revueltas surgieron por motivos legítimos en cada uno de los países, lo que hicieron las potencias es aprovechar una situación existente para reacomodarse y tejer alianzas para una nueva sucesión como fue en el caso de Libia.

En Egipto en cambio Estados Unidos hasta el último momento sostuvo a Hosni Mubarak porque era uno de los principales aliados en la región, pero quedó descolocado. En el caso sirio es más complejo porque no es posible una intervención militar como la que se dio en Libia, entre otros motivos, porque China y Rusia vieron lo que sucedió en Libia y reflexionaron que una intervención militar extranjera, aunque tenga el manto de la ONU y de la OTAN, va en contra de sus intereses económicos y políticos.

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