La innovación cuenta, pero también la sencillez. Google es el mejor ejemplo de lo que significa la simplicidad en la tecnología. Cada vez que accedemos a este buscador solo aparece una caja para escribir y un botón: buscar.

Como bien dicen los gurús de la tecnología: “más simple imposible”. Cada vez que una empresa añade una nueva función —ya sea en un programa informático o en un aparato electrónico— se pierde simplicidad; es casi inevitable. Seguramente, quienes están inmersos en el mundo tecnológico añaden funciones para contentar a sus usuarios, aquellos ultra exigentes que no se conforman con funciones básicas y que siempre están a la espera de la última versión, aunque sea más compleja y menos intuitiva.

Como el sector tecnológico es tan diverso y competitivo, quienes diseñan los equipos no siempre piensan en la facilidad de uso. Consideran mejores productos aquellos que tienen más botones y opciones en el menú. Este gusto se traduce en que mucha gente pide esas funciones y paga por ellas, aunque nunca las utilice. ¿Quién paga por un equipo simple?

Hay muchas compañías que, para evitar perder un determinado nicho de mercado, prefieren cubrir toda la gama de productos, desde aquellos que utilizarían las madres de familia a los geeks que dominan cualquier aparato que llegue a sus manos. Si esta política se replicara en más empresas, quizás habría menos personas que se declaren abiertamente ‘peleadas con la tecnología’.

La semana pasada, la consultora multinacional Accenture Limited publicó una investigación denominada Conexión con el consumidor digital en el nuevo mundo conectado, la cual revela que el 83% de los consumidores admite tener problemas para usar nuevos dispositivos tecnológicos.

Entre las principales causas se destaca lo complicado que resulta utilizarlos y los problemas de configuración que lleva consigo su puesta en marcha.

La inmensa mayoría de consultados para este estudio manifestó que tenía dificultades para utilizar nuevos dispositivos como relojes inteligentes, cámaras de video, celulares inteligentes, termostatos con conexión a Internet, entre otros.

El 33% apunta a la facilidad de uso como criterio más relevante para decidir qué producto comprar, mientras que el 29% destaca las características y funciones del aparato como requisitos importantes.

“La tecnología tiene que ser más simple, porque de lo contrario nos excluyen a los que somos más viejitos”, dice Yolanda Paredes, quien hace 3 años decidió adquirir una computadora para conectarse, vía Internet, con su hijo que vive en el exterior. Su familia la animó a comprar la máquina y se comprometieron a capacitarla para que pudiera sacarle el máximo provecho.

Aunque le enseñaron a utilizar las funciones básicas, con el transcurso del tiempo y las ocupaciones, las clases se interrumpieron y prácticamente se quedó sola frente a la computadora. “Comencé a probar todo lo que me parecía nuevo y, poco a poco, aprendí la utilidad de algunas funciones casi por mi cuenta. Esta profesora jubilada, abuela de 5 nietos, aprendió lo indispensable para hablar con su hijo, a través del chat de la plataforma Facebook. Ahora quiere seguir un curso para mejorar sus conocimientos. “Me parece que la tecnología está pensada para los jóvenes, a los mayores deberían facilitarnos la vida y crear programas que podamos utilizar”.

Hay otros usuarios como Mariana Andrade que confiesa que siempre tuvo dificultades para manejar el celular. Esta joven, empleada privada, preferirá siempre un teléfono celular con funciones básicas sobre un teléfono inteligente. Uno de los expertos más reconocidos en el tema de usos de la tecnología es Jacob Nielsen, quien varias veces ha advertido que todas las empresas deberían tomar en cuenta el concepto de usabilidad que significa hacerles a los usuarios las cosas más fáciles.

El objetivo es que si una persona usa una tecnología por primera vez, aprenda de forma casi inmediata. En ese caso, lo más conveniente es reducir las posibilidades de elección del usuario y explicar mejor las opciones que se ofrecen. Este criterio también debería aplicarse a los manuales de uso. Las explicaciones, si las encuentras, suelen ser muy complicadas. Al referirse al tema, Jacob Nielsen dice que deberían aplicarse los principios de usabilidad porque aumentaría el uso de la tecnología.

ESPECIALISTA

Marco Jarrín, experto en tecnología digital y director de Omnisoft

‘La tecnología se somete a varias pruebas’

Antes de lanzar sus productos a la venta, las empresas realizan extensivas pruebas con un buen número de usuarios. Pese a ellos, hay razones que pueden dificultar su uso: pantalla reducida, uso prolongado del teclado, interfaz táctil y otros. Para ciertas personas la destreza al interactuar con estos dispositivos es reducida. Aún así, estoy convencido de que los avances de la tecnología facilitan nuestra vida, hace 50 años nadie usaba un dispositivo móvil, hoy se han convertido en una herramienta para mantenernos comunicados. No todos los usuarios tienen el mismo nivel de destrezas, pero con el tiempo llegan a familiarizarse. Es cierto que existe un mercado reducido de dispositivos para personas de la tercera edad, pero hay productos destinados a estas personas y que toman en cuenta otros aspectos, como su nivel de visión”.

Fácil o difícil:

Si un sitio web es amigable, es decir, es una página en la que se despliegan los contenidos con facilidad, tendrá más posibilidades de que la gente ingrese a él e incluso lo recomiende.

El experto Jacob Nielsen recomienda trabajar en 2 niveles: que la página sea muy atractiva, muy fácil de visualizar y, a la vez, muy comunicativa respecto a qué obtendrás en su interior.

Para que un sistema informático sea fácil de usar, deberá hablar el lenguaje de los usuarios mediante palabras, frases y conceptos que le sean familiares más que con términos relacionados con el sistema.

Los usuarios siempre necesitarán una ‘salida de emergencia’ cuando han elegido una función o una opción equivocada al usar un dispositivo.

Siempre será mejor un programa informático con un diseño cuidadoso que prevenga la ocurrencia de problemas.