La popular expresión hace alusión a personas torpes y olvidadizas.  Está inspirado en el chorlito, un tipo de pájaro con una cabeza pequeña.  Pero las aves pueden ser muy ‘pilas’ y para muestra los cuervos.

Hace varios años el experimentado biólogo británico David Attenborough, a través de la señal de la BBC, difundía un video asombroso. Una carretera en Japón muy concurrida estaba rodeada de nogales.  

En el piso había ocasionalmente nueces y desde arriba, un cuervo se lanzaba a recogerlas. Algunas eran fáciles de abrir, otras no. ¿Qué hacía? El cuervo lanzaba al tráfico la nuez para que los vehículos al pasar por encima de ella,  la abrieran.  

Así sucedía. El delicioso botín estaba servido a poca distancia…. pero el cuervo no podía llegar a él. El tráfico lo impedía. Luego de intentar varias veces tomar la nuez y fracasar…observó el entorno, se percató de que había una luz roja que detenía los automóviles y allí encontró la solución.

Astutamente esperó parado sobre la luz roja y cuando esta detuvo los vehículos, el cuervo fue directo a la nuez y se la llevó.

Investigadores de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda vienen desde hace años estudiando a un especie de cuervo en especial: el de Nueva Caledonia. A lo largo de los años han demostrado cómo ellos eran capaz de usar herramientas y sobrepasar desafíos para obtener alimento. El año pasado la revista científica Plos One publicó los resultados de la experimentación más reciente en la que los pájaros salieron airosos pese a que los desafíos eran ya muy complejos.

El reto consistía en conseguir la recompensa (un trozo de comida) pese a que esta estaba en un sitio inaccesible. El bocadillo flotaba en un tubo con agua a medio llenar. El pico del cuervo no era lo suficientemente largo como para alcanzarlo. En las diferentes etapas de la experimentación se colocó al lado del tubo diferentes objetos, unos eran más pesados que otros. El cuervo rápidamente se da cuenta de que si coloca dichos objetos dentro del tubo, el nivel del agua sube y con él su comida.

El experimento no termina ahí.  Luego se le presentan dos recipientes. Ambos tienen comida. Uno está lleno de agua y otro de arena. Pronto el ave nota que el de arena no sube como lo hace el de agua y se pone a trabajar afanosamente en él. Luego viene el experimento más complejo: 3 tubos. Solo el del centro tiene la recompensa.

Los objetos que tiene alrededor no caben dentro de él, pero sí dentro de los tubos que están al lado, uno de los cuales está conectado al recipiente del centro.  Pronto el cuervo se da cuenta de que botando piedras en el tubo correcto puede conseguir  elevar el nivel del agua de aquel con la recompensa, accediendo a su regalo.

Esta investigación demuestra que estos animales tienen un sofisticado grado de conciencia de la relación causa–efecto. También quedó establecido que para resolver este dilema era preciso -al menos- una inteligencia comparable con la de un niño de 7 años. (I) (...continúa)