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Ecuador, 25 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Los gemelos aseguran la hegemonía de los EE. UU

Desde los años noventa se realiza una profunda crítica a la actuación y corresponsabilidad del Fondo Monetario Internacional (FMI) en las crisis de los países periféricos. Ese cuestionamiento se profundizó con la crisis de los tigres asiáticos, en julio de 1997 y, posteriormente, con la debacle económica sufrida por Argentina en diciembre de 2001. Allí el Banco Mundial (BM) aconsejó la privatización de las empresas públicas y de los bancos nacionales.

En un memorando del FMI (16-06-2006) el organismo explica su rol en la crisis del 2001 de Argentina y señala que que Domingo Felipe Cavallo -Ministro de Economía entre abril y diciembre y ‘padre’ de la convertibilidad- no estuvo dispuesto a realizar “cambios estructurales” si las reservas monetarias internacionales rompían el piso de los 2.500
millones de dólares. Para esos años el FMI proponía, aparte de la reducción del gasto público, la dolarización de la economía como vía para generar “confianza” en los inversionistas.

Para el 19 de diciembre de 2001, Argentina se desplomaba en un profundo estallido social con declaración del default de su deuda y el abandono de la convertibilidad. La dolarización de la economía, según versiones de los directivos del FMI, encontraría su viabilidad si se llegaba a concretar una megadevaluación para corregir las distorsiones producto de un tipo de cambio bajo. El FMI con sus recomendaciones (austeridad fiscal, liberalización financiera y privatización de los bienes públicos), hizo sumir a este país en la mayor depresión económica de su historia. Esta misma institución, junto al BM, anteriormente aconsejaron con las mismas medidas a los países del sudeste asiático provocando el
desastre en su sistema financiero.

Hoy sugieren las mismas políticas económicas a los países miembros de la eurozona. El 11 de noviembre pasado, tras una huelga de 48 horas, el parlamento aprobó el presupuesto de 2013 con recortes de 9.500 millones de euros a cambio de desbloquear el nuevo tramo del rescate financiero (30.000 millones de euros) pactado a principios de año. Los ajustes afectarán especialmente a los presupuestos de educación y salud. El FMI ha propuesto la reestructuración de la deuda griega pero los socios europeos no aceptan esa recomendación. En el caso español, el recorte de
6.700 millones de euros ahoga a las autonomías.

Aunque parezca contradictorio para esta generación, el FMI y el BM en sus inicios eran vistos como instituciones progresistas (creados en los acuerdos de Bretton Woods). La historia de estas instituciones posee todos los elementos de una película de ficción, en los que intervienen la experiencia de la gran depresión de los años 30, el New Deal
propuesto por Franklin D. Roosevelt, la segunda guerra mundial, la disputa por la hegemonía del poder mundial, dramas personales y hasta casos de presunto espionaje de honda repercusión interna en el país del norte.

La propuesta para la creación del FMI y del BM surgió en un marco donde las ideas keynesianas eran influyentes. Tanto así que sus inventores -el economista inglés Jhon Maynard Keynes y el subsecretario del Tesoro estadounidense Harry Dexter White- y el gobierno de Roosevelt trabajaban alrededor de la idea de crear un New Deal Internacional para ayudar a la reconstrucción de los países devastados por la guerra y en la solución de los desequilibrios económicos mundiales. El temor de otra depresión económica de alcances mundiales, como en los años 30, exigía un orden monetario, ya sea por una canasta de monedas formada por los países miembros (Plan White) o una nueva unidad de valor mundial (Plan Keynes). Pero las disputas por la hegemonía mundial tuvieron sus efectos en el acta de constitución del FMI estableciendo la primacía por el dólar y de EE.UU. sobre el sistema monetario internacional mediante un sistema de cambios fijos, basados en la relación dólar-oro y en la adjudicación de cuotas a los distintos países en relación con el tamaño de sus economías, su participación en el comercio internacional y sus reservas de oro, por el cual el país del norte tenía un poder de voto decisivo en la nueva institución.

Según el historiador y economista Mario Rapoport, la marginación y muerte de Harry D. White, acusado de comunista y espía del gobierno soviético en 1948, habría puesto fin al perfil progresista de estas instituciones y las intensiones de crear un New Deal internacional. La ortodoxia se hizo cargo de ellas proponiendo siempre la reducción del gasto público en los países miembros en total contradicción con las ideas Keynesianas y fue el promotor de las reformas catalogadas como el “Consenso de Washington”.

A modo de conclusión: Las instituciones creadas mediante los acuerdos de Bretton Woods (julio de 1944), que pasaron a ser parte de la hegemonía estadounidense, sirvieron para fijar políticas económicas dentro del contexto de la guerra fría. Hoy esas mismas instituciones, sirven para asegurar la supremacía del dólar, artificialmente, mediante el debilitamiento del euro y de las economías en desarrollo. Por esa razón, la democratización del FMI y del BM se hace impostergable.




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