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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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PERSPECTIVA

China: el ascenso del dragón o cómo emerge una nueva potencia

Diseño Editorial másQmenos
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Bajo la dirección del Partido Comunista (partido único), China implementó reformas económicas en las últimos 35 años destinadas a consolidar el “socialismo con peculiaridades chinas” y lograr “la gran revigorización de la nación”, según documentos del Comité Central del Partido. 

 

“Para pasmo de la opinión mayoritaria, la economía china ha prosperado más allá de lo imaginable bajo el gobierno del Partido Comunista Chino (...) En la Unión Soviética, tras el colapso del Partido Comunista, tanto la economía como la sociedad se desintegraron (...) El contraste entre el «auge chino» y la «caída rusa» es uno de los temas más significativos de la moderna historia mundial”, escribió el profesor Peter Nolan en su libro ¿Está China comprando al mundo?.

 

Nolan, director del Centro de Estudios de Desarrollo de la Universidad de Cambridge (Inglaterra) y uno de los más reconocidos expertos en el tema China, menciona en su texto algunas de las cifras que han “sorprendido y fascinado a la opinión pública”. En 1990 era la undécima economía del mundo y su producto interno bruto (PIB) sumaba solo el 1,6% del total mundial. En 2008 su participación en el PIB mundial subió a 7,1% y era la tercera economía del mundo. Hoy es la segunda, detrás de EE.UU. y por delante de Gran Bretaña. Por largo tiempo registró tasas anuales de crecimiento del 10% y en los últimos años, aunque su economía se ha desacelerado, sigue registrando cifras sobre el 7%. En medio de la crisis, que inició en 2008 y que todavía no termina, China continúa siendo el principal motor de la economía mundial. En 2013 se apuntaló como la mayor potencia comercial, arrebatándole el puesto a Estados Unidos. El total de intercambios comerciales de China superó, por primera vez, los $ 4 billones de dólares, un 7,6% más que en 2012.

 

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China implementa desde 1978 una serie de reformas que han permitido el crecimiento económico del país, la reducción de la pobreza y una presencia cada vez más importante en el escenario internacional.

Además, China está adquiriendo un rol fundamental en las finanzas mundiales. Tenía en junio de 2012, el 30% de las reservas internacionales y desde 2009 está implementando una estrategia de internacionalización del yuan (renminbi), que ha hecho que la proporción de pagos de exportaciones e importaciones en esa moneda crezca. En 2013, el 8,7% de las transacciones se hicieron en yuanes cuando 2 años antes esa cifra llegaba a 1,9%.

 

Según el profesor Jorge Malena, director de la división de Estudios sobre China Contemporánea de la Universidad del Salvador (Argentina), el ascenso de ese país a nivel económico “se comprende a partir del relativo éxito de la política de reforma y apertura económica que lanzó (el expresidente) Deng Xiaoping en 1978. Sus claves han sido la planificación estatal, el bajo costo laboral, la propensión al ahorro y laboriosidad del pueblo chino; el flujo de inversiones, crédito y tecnología desde el exterior, entre otros aspectos. Este auge económico trajo aparejado la búsqueda de energía, alimentos y materias primas para la industria y una creciente clase media, que encontró en América Latina a un importante socio comercial” que le provee recursos naturales como alimentos, petróleo, cobre, etc. Y no solo es el caso de Latinoamérica, en todas las regiones existe un renovado interés de los países por fortalecer y expandir las relaciones con China.

 

Transición y multipolaridad

Todo esto ha hecho que el mundo académico hable de una ‘transición’ hacia un nuevo orden mundial en el que la hegemonía de Estados Unidos se ve amenazada. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estimó en marzo de 2013 que China se convertirá en la mayor economía del mundo en 2016, superando a EE.UU., en términos de poder adquisitivo. El tiempo dirá si las proyecciones se cumplen, pues China tuvo en 2013 un crecimiento económico de 7,7% (el más débil en 14 años) y desde hace unos meses acusa una ralentización de la producción manufacturera. Pero el centro de todas las expectativas está aún en China, en su crecimiento, su demanda y el curso de las nuevas reformas aprobadas en noviembre por el Partido Comunista y que serán implementadas por el presidente Xi Jiping, quien asumió el cargo en marzo de 2013.

 

A raíz de la incorporación plena de China al sistema político y económico internacional, con su ingreso a la ONU y a la OMC, el gigante asiático ha contribuido “al multipolarismo, dado que China modificó el carácter bipolar del escenario 1945-1990 y unipolar de la etapa 1992-2001”, indicó Malena en una entrevista vía correo electrónico.

 

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estimó en marzo de 2013 que China se convertirá en la mayor economía del mundo en 2016, superando a EE.UU., en términos de poder adquisitivo.

Pese al espectacular desempeño de la economía, China aún no es considerado como un ‘país desarrollado’. Todavía es una nación de ‘renta media baja’ donde persiste la desigualdad. Según cifras citadas por Nolan, “se calcula que el 0,1% de los hogares acaparan el 45,8% de la riqueza total de los mismos” y el país acusa graves problemas de corrupción. Además, gran parte de los 1.300 millones de habitantes vive en zonas rurales en condiciones precarias y el país se enfrenta a la perspectiva de un brusco incremento de la proporción de ancianos en su población, producto de la ‘política del hijo único’ que se implementó desde los setenta.

 

También el modelo, que tiene entre sus ejes de crecimiento la demanda interna, plantea preguntas sobre la sostenibilidad, tomando en cuenta que el deterioro del medio ambiente en China es evidente (la calidad del aire, por ejemplo) y que ese país no ha suscrito ningún protocolo para disminuir las emisiones de carbono.

 

Pero la creciente importancia de esa y otras economías emergentes como las de India, Brasil, Sudáfrica y Rusia, configuraron un nuevo bloque, los BRICS. Los líderes de esas naciones buscan desde 2009 incidir en la política y economía mundiales y ganar mayor peso en los organismos internacionales.

 

El camino de las reformas

“Ningún país en la historia ha crecido tan rápido -ni ha sacado a tantas personas de la pobreza- como China lo hizo durante los últimos treinta años. Un sello distintivo del éxito de China ha sido la voluntad que tienen sus líderes para revisar el modelo económico del país”, escribió para el portal Project Syndicate, el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz.

 

En el artículo ‘Cómo reformar el equilibrio entre el Estado y el mercado en China’, el economista estadounidense destaca la visión de los políticos chinos de que “el mercado tenía que desempeñar un papel mucho más importante en la asignación de recursos. Y así ha sido”.

 

¿Pero, cómo el Partido Comunista impulsó reformas que dieron más espacio al mercado? Según Malena, “para nuestra mentalidad cartesiana, eso parece una contradicción. Sin embargo, la cultura política de China (como sucede en otros países asiáticos) se caracteriza por su adaptación a las circunstancias. Recordemos la frase de Deng Xiaoping que en cierta medida justifica lo acontecido desde 1978: ‘no me importa que el gato sea blanco o negro, mientras sepa cazar ratones’”. Malena citó entre las reformas más importantes: la abolición de las comunas populares, el otorgamiento de la explotación de la tierra a familias campesinas, la promoción de la inversión extranjera, la apertura de zonas económicas especiales, la gradual liberación de precios, la atracción del know-how del exterior y el aliento al consumo interno.

 

 

Las reformas chinas más importantes, según Jorge Malena: la abolición de las comunas populares, el otorgamiento de la explotación de la tierra a familias campesinas, la promoción de la inversión extranjera, la apertura de zonas económicas especiales, la gradual liberación de precios, la atracción del know-how del exterior y el aliento al consumo interno.

La crisis, que redujo la demanda de Europa y Estados Unidos, principales socios chinos, también provocó una baja en la producción, lo que impactó en el empleo. Ante esto, las autoridades dieron un nuevo giro que pasó de enfocarse en las exportaciones de bienes y servicios, a desarrollar el consumo interno, señaló Malena.

 

Por su parte, Stiglitz ve espacio para el crecimiento en el consumo privado, pero advierte que “el estilo de vida materialista despilfarrador de Estados Unidos sería un desastre para China y para el planeta”. Y plantea como tema más profundo para ese país el relacionado “a los papeles apropiados para el Estado y para el mercado”. En ese marco, el Nobel menciona que procesos claves como la ‘rápida urbanización’ o la necesidad de mejorar las condiciones de vida de la población, son desafíos que deberían tener como principal gestor al Estado, por ejemplo, mediante la asignación de más recursos para corregir ‘grandes deficiencias’ en educación y salud. Y si bien el mercado ha ganado espacio, empresas estatales chinas que manejan recursos considerados estratégicos (petróleo, gas, telecomunicaciones y energía), se han convertido en gigantes que buscan ampliar su presencia en otras latitudes y competir con las multinacionales occidentales.

 

¿China está comprando el mundo? Nolan concluye que no y dice que se trata de un discurso para generar miedo en un mundo complejo en el que se debe analizar la naturaleza de la globalización y sus implicaciones. Pero la importancia del gigante asiático en el mundo es innegable.

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