De las palabras a los hechos
Las lenguas ancestrales y la tecnología
A veces, al pensar en las lenguas ancestrales, se puede suponer que estas están condenadas o han perdido su dinamismo, por el hecho de ser milenarias y habladas por pocas personas, e incluso por la poca injerencia que tienen en las políticas públicas de casi todas las regiones. Sin embargo, las lenguas ancestrales, como todas las demás, son dinámicas y se enriquecen constantemente, porque los hablantes entran siempre en contacto con el resto del mundo. Todo el tiempo habrá algo nuevo que nombrar y que aprender. Obviamente, siempre es importante pensar desde el idioma propio para que este se revitalice y se enriquezca. Al tomar palabras o giros de otras lenguas, sin un análisis previo de su pertinencia, se condena a la propia a desaparecer.
De vez en cuando en los medios salen noticias acerca de idiomas en peligro o los esfuerzos de sus hablantes por preservarlos. Estos esfuerzos suelen centrarse en los jóvenes y la educación, en lograr que las nuevas generaciones valoren la lengua de sus ancestros y no la dejen morir. Obviamente, estos esfuerzos no deben concentrarse solo en el idioma sino en la cultura en general, pues no se gana nada con un currículo en lengua ancestral si los conocimientos que se imparten no tienen nada que ver con su cultura y resultan, de alguna manera, alienantes. Toda labor por preservar una lengua y una cultura debe emprenderse desde la cultura y la lengua propias. En el mundo de hoy, aunque parezca paradójico y quizá hasta ‘herético’, las nuevas tecnologías pueden ser grandes aliadas para la preservación y difusión de los idiomas y las culturas ancestrales.
Quizá el uso de las nuevas tecnologías para la preservación de una lengua pudiera parecer disparatado si hablamos de ancestralidad, pero no es así, pues estas tienen el poder de dar a conocer una realidad a muchas más personas y de sistematizar los procesos lingüísticos. En muchos países hay estudios que usan mapas interactivos para ubicar a los hablantes de las lenguas ancestrales o en peligro de extinción. Estos ayudan a tener más claro dónde deben centrarse los esfuerzos de preservación, cuántas variedades de las lenguas se hablan, con cuántos hablantes cuentan, cuál es el estado de los idiomas, etc. También existen páginas con material acerca de las lenguas, que sirven para acercar a nuevos hablantes a estas lenguas y a sus culturas. Pero, sobre todo, hay ejemplos de comunidades de hablantes que usan las nuevas tecnologías para comunicar en su lengua.
En Ecuador, la comunidad kichwa ha sabido utilizar las nuevas tecnologías para acercar a los nuevos hablantes al kichwa y a su cultura, pero también para comunicar en su lengua. En este caso, en internet puede encontrarse la serie Kichwashun, hablada casi en su totalidad en kichwa, en la que se invita a personas de las comunidades y de fuera de ellas para dialogar acerca de los procesos de la lengua. Los seis programas de esta serie, de 2012, abarcan varias áreas relativas a la lengua kichwa y su preservación. Este me parece un ejemplo que debería continuar y también replicarse en otras lenguas, incluso en relación con el español que hablamos en Ecuador. De hecho, en Otavalo se está organizando para este mes un encuentro sobre activismo digital en kichwa. Este es solo un ejemplo de que sí se puede usar las nuevas tecnologías en favor de las lenguas, sin que por eso pierdan su valor ancestral.