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El Telégrafo
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Educación para la interculturalidad

Educación para la interculturalidad
04 de julio de 2016 - 00:00 - María del Pilar Cobo, Correctora de textos y lexicógrafa

Desde hace algunos años se ha hablado en nuestro país de la educación intercultural bilingüe, de hecho, en 2011 se creó la Ley Orgánica de Educación Intercultural. Esta ley establece los parámetros que deberá cumplir este tipo de educación y busca que las nacionalidades indígenas cuenten con un marco jurídico adecuado que garantice el aprendizaje según sus culturas y en su propio idioma. Sobre el currículo, el artículo 92 indica lo siguiente: «[…] El currículo intercultural bilingüe fomentará el desarrollo de la interculturalidad a partir de las identidades culturales, aplicando en todo el proceso las lenguas indígenas, los saberes y prácticas socioculturales ancestrales, valores, principios, la relación con la Pachamama, de conformidad a cada entorno geográfico, sociocultural y ambiental, propendiendo al mejoramiento de la calidad de vida de los pueblos y nacionalidades indígenas». Además, la Constitución de nuestro país también establece la responsabilidad y el compromiso del Estado para fortalecer la educación intercultural bilingüe dentro del ámbito del Buen Vivir.

Aunque recién en 2011 se contó con esta ley, la historia de la educación intercultural bilingüe no es nueva en nuestro país. Recordemos que a finales de la década de los cuarenta, la líder indígena Dolores Cacuango, Tránsito Amaguaña (otra de las referentes en la lucha indígena de nuestro país) y la profesora María Luisa Gómez de la Torre fundaron las primeras escuelas bilingües kichwa-español en Cayambe. Estas escuelas funcionaron con el apoyo de las propias comunidades indígenas, hasta que en la década de los sesenta fueron eliminadas por la Junta Militar, que las consideraba foco del comunismo. Además, como este tipo de educación daba voz a los indígenas, los terratenientes se opusieron y lograron que en 1963 el Estado prohibiera la enseñanza del kichwa en las escuelas. Se pretendía, de esta forma, aniquilar las culturas ancestrales, empezando por sus lenguas.

A partir de entonces, hubo varias iniciativas de educación bilingüe, como las del Instituto Lingüístico de Verano en la Amazonía, las de las escuelas radiofónicas fundadas por monseñor Leonidas Proaño en Chimborazo, las escuelas radiofónicas en shuar o las iniciativas de la Pontificia Universidad Católica para capacitar a profesores indígenas en la creación de materiales didácticos en su lengua. En el gobierno de Roldós, dentro del programa de alfabetización, se creó un subprograma en kichwa. Recién a finales de la década de los ochenta se logró la creación de la Dirección de Educación Intercultural Bilingüe dentro del Ministerio de Educación; sin embargo, aún no se ha logrado equiparar el currículo de este tipo de educación al currículo nacional. Tal vez esto se deba a que la educación en nuestro país aún se rige por los cánones occidentales, sin hacer grandes esfuerzos por obtener las claves de las mismas culturas y las lógicas con las que estas viven.

Para que la educación intercultural pueda fortalecerse es necesario que, aparte de las iniciativas de papel, se tomen en cuenta los retos urgentes que se presentan. Por ejemplo, es indispensable que las lenguas cuenten con gramáticas y material educativo, capacitar a los maestros para que las clases se impartan de una manera auténticamente intercultural, donde la lengua funcione como un instrumento de recuperación y fortalecimiento de las culturas. Asimismo, es importante motivar a los estudiantes para crear en sus lenguas, para sentirse orgullosos de ellas, para entender que al perderlas no solo se pierde la lengua sino también la cultura. Poco a poco se van logrando cambios, pero estos no serán posibles si no existe una verdadera política pública que pueda mantenerse en el tiempo, lejos de fines políticos.

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