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Narrativa

Hinostroza, artífice extremado

Hinostroza es un autor múltiple que se nutre y vuelca en su escritura, conocimiento y modernidad.
Hinostroza es un autor múltiple que se nutre y vuelca en su escritura, conocimiento y modernidad.
Foto: Archivo
28 de noviembre de 2016 - 00:00 - Ricardo Gonzales Vigil. Crítico literario

Simple y llanamente notable, Cantos de Extremo Occidente (Universidad Católica, Lima, 2002, 164 pp.), de Rodolfo Hinostroza, quien no cesa de asombrarnos por la versatilidad de su genio literario: virtuoso poeta, uno de los mejores de Hispanoamérica en la segunda mitad del siglo XX, talentoso dramaturgo, penetrante ensayista y, sin duda, narrador sobresaliente, conforme lo prueban sus originales e innovadoras novelas (Aprendizaje de la limpieza y Fata Morgana) y, —sobre todo— el volumen que motiva este comentario, integrado por seis cuentos y una novela corta escritos a lo largo de veinte años.

En todos los géneros, Hinostroza ostenta una ambición creadora fuera de lo común, emulando paradigmas complejos y exigentes, auténticos orfebres del lenguaje: Mallarmé, Pound, Elliot y S.J. Perse, en la escritura poética, Shakespeare fundamentalmente, más algo de Brecht y Weiss, en el teatro; y Borges en la prosa narrativa y reflexiva.

Cuentos de Extremo Occidente contiene uno de los mejores cuentos peruanos, digno de figurar en cualquier antología del relato hispanoamericano. ‘El benefactor’, ganador en 1987 del primer premio de uno de los concursos internacionales más prestigiosos, el Juan Rulfo de París, organizado por Radio Francia Internacional.

La trama insólita, sumamente ingeniosa, despliega un enigma que se mantiene al final dando a entender que el regreso no necesita ser escrito, sino vivido por el protagonista, vuelto a su existencia anodina. Nótese que el protagonista se dedicaba a estudiar el indigenismo, desdeñoso de los best seller, pero —a la hora de la tentación— sacó a relucir sus ambiciones de éxito y enriquecimiento descaradamente capitalistas.

Añádase tres textos excelentes: los cuentos Las memorias de Drácula y Las leyes del amor, y la novela corta El muro de Berlín. Los otros tres no dejan de ser valiosos, pero pecan de forzadamente artificiosos, aunque Memorándum moviliza vibraciones hondas y teje el hermoso sacrificio amoroso de Waltraud.

Tomada de Borges, la expresión Extremo Occidente no se reduce al sentido que le dio el maestro argentino aludiendo a América Latina. Hinostroza lleva al extremo rasgos de la cultura occidental en su actual decadencia, sugiriendo que Occidente es donde se pone el sol, el individualismo que no se detiene ante al asesinato (El Señor de París): el temor frente a los arquetipos  o ideas innatas que nutrirían el trasfondo de nuestra memoria (Memorándum); el desdoblamiento como mero asunto de la literatura fantástica (Variante Pasamayo), la victoria de los vampiros sobre la típica gente “occidental” calificada como “incrédula, convencional y mercantilista” (Las memorias de Drácula, p. 47): la ambición de éxito y dinero, por encima de los valores artísticos y espirituales (El benefactor), políticos e ideológicos (El muro de Berlín); y el inútil afán de fijar racionalmente Las leyes del amor

Rodolfo Hinostroza ha bebido de la narrativa policial y “gótica” (de horror), así como de la literatura fantástica. Fuentes que comparte con su admirado Borges: apogeo del ingenio y la imaginación lúdica, brillantemente cuestionadora de todo dogmatismo. Sin embargo, su temple creador difiere radicalmente del autor argentino, turbulento, sensual, sanguíneo, de pulsaciones oscuras y exasperantes. No en vano ha experimentado en extremo la lujuria y la gula, la terapia psicoanalítica y la práctica astrológica.

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Nota: * Originalmente aparecido en El Comercio, sección C, 18 de abril de 2002, Lima, Perú.

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