Un día después de la primera vuelta presidencial en Perú, la lectura es que los ciudadanos han enviado un mensaje de hastío a la clase política. Los peruanos más necesitados, aquellos que representan el 32% de la población, son los responsables de la victoria del nacionalista Ollanta Humala y de la populista Keiko Fujimori.

El escenario terrible de un enfrentamiento entre el cáncer terminal y el Sida del que habló el año pasado el escritor Mario Vargas Llosa se hizo realidad en unos comicios que, paradójicamente, se celebraron con toda tranquilidad.

Terrible para una gran cantidad de peruanos inmersos en un sistema económico neoliberal que ha convertido a su país en una de las estrellas del crecimiento latinoamericano, con un promedio de 6,5% anual, pero también ha mostrado claramente las fisuras y exclusiones de un desarrollo que no alcanza a muchos.

Y es que a pesar de sus grandes campañas proselitistas, que incluyeron a casi todo el aparato mediático del país, los candidatos defensores del "sistema", como el ex presidente Alejandro Toledo, el ex ministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski y el ex alcalde Luis Castañeda se dieron  de narices contra la realidad de un país inconforme.

Un escenario impensado hasta hace poco llevará a Humala a enfrentarse con Keiko Fujimori, una congresista con gran arraigo popular apuntalado, sobre todo, por el fervor que genera en algunos sectores de la sociedad las políticas asistencialistas de su padre, el ex presidente preso Alberto Fujimori.

Ahora, con la casi confirmación de su enfrentamiento en la segunda vuelta del 5 de junio, se intuye un escenario "muy tenso", según comentó  el analista político Fernando Rospigliosi.

Para él existe un nivel de rechazo a sus candidaturas muy fuerte, a pesar de lo cual Humala logró hacer "una primera vuelta muy buena" y Keiko mantuvo un inamovible 20% que la catapultó a puertas de la Presidencia.

"Veremos si Humala puede mantener esa campaña en segunda vuelta y, aunque Keiko no ha bajado ni subido, va a tener que hacer una campaña diferente para tratar de conseguir un nuevo rostro", acotó.

El también analista Santiago Pedraglio recordó que Humala ha repetido "e incluso mejorado" en estas elecciones los resultados de su votación de 2006 cuando llegó a la segunda vuelta con el actual presidente Alan García, quien lo venció por un estrecho margen.

Para Pedraglio, "el mensaje de la votación es que hay no menos de un tercio de los peruanos que quieren que se produzcan cambios, para también beneficiarse del crecimiento de la economía y de la democracia".

Humala y Keiko "tienen mayor resistencia, pero al mismo tiempo mayor apoyo de los sectores populares, porque es una votación socialmente muy parecida; baja en los sectores A y B y muy alta en los sectores C, D y E", remarcó el catedrático.

Sergio Bendixen, otro experto en temas políticos, consideró que el resultado de los comicios llevaba a "una situación bastante irónica, de que el país en Latinoamérica con mayor crecimiento económico, de mayor progreso en muchos sentidos, ahora tiene que elegir entre la hija de un dictador y un candidato que representa a la extrema izquierda".

"En este momento es casi imposible decir qué va a pasar, mucho tendrá con ver con lo que decidan Kuczynski, Toledo y Castañeda (candidatos perdedores), sobre a quién apoyan", dijo al intentar perfilar el futuro de la segunda vuelta.