Grandes plumas: Rafael Héctor Elizalde
MEMORIAS DE MEDIO SIGLO
No se puede prescindir de impresiones personales, aun cuando se trata de escribir sobre grandes acontecimientos que afectan a las naciones y en los cuales muestra participación fue o es pasiva, no solo en el sentido de la no acción sino del sufrimiento.
He tenido la suerte –no sé si buena o mala– de hallarme ausente de mi patria en los momentos de producirse en ella las calamidades más grandes y ruinosas, entre ellas los incendios de 1896 y 1902, así como la revolución ocurrida en una fecha de la cual no quiero ni acordarme.
Estaba yo en mi veintena y en Lima, a donde fui en cumplimiento de deberes filiales apenas recibido de abogado y en la mañana del 6 de octubre de 1896 el diario me dio el fatídico anuncio del gran incendio que consumió la mejor y mayor parte de Guayaquil, entre muchas otras casas, la nueva y cómoda que levantó mi padre con frentes, uno al malecón y otro hacia la calle de la Libertad, hoy Panamá.
Esto no le importa al público, lo que sé muy bien; pero tuvo inmensa significación para quien estas líneas escribe…
Algo más del personaje...
Fue primer secretario de la Legación en Chile, en el año 1902 hasta 1912.
A partir de 1912 retornó a Guayaquil a ejercer su profesión de abogado hasta 1914.
Entre 1914 y 1916 ocupó el cargo de ministro de Relaciones Exteriores, en el gobierno de Leonidas Plaza Gutiérrez. (Guillermo Arosemena).
Para 1919, Rafael Elizalde abogó en la Fundación Rockefeller, para que interviniera a aplacar la fiebre amarilla. El instituto nombró al general Gorgas para que interviniera por esa enfermedad en Ecuador. La delegación estuvo presente con el científico japonés, Hideyo Noguchi.
Elizalde participó en representación del Ecuador en la Liga de las Naciones en 1920, en la capital de los Estados Unidos.
Por reconocimiento a sus actuaciones por la patria era un colaborador de diario EL TELÉGRAFO. Adicionalmente, el medio le solicitó que escriba por su aniversario en 1946. (I)