Grandes plumas: Eduardo Zamacois y Quintana
LA PIEDAD
El altruismo, la caridad, son sentimientos que revisten en el hombre aspectos paradójicos muy notables. Hay en esta emoción de piedad que la desgracia ajena inspira, un contrasentido constante que ayuda a eternizar sobre la tierra el dolor.
Un individuo cae al mar y grita: ¡Socorro...que me ahogo!
Y nunca falta quien, con riesgo de su vida, se lance a salvarle.
Asimismo, de día, a medianoche, un ciudadano comienza a gritar desde un balcón:
¡Socorro…!. Fuego, fuego…
Y, en el acto, los transeúntes se arremolinan ante el lugar del siniestro, funciona el teléfono, voltean las campanas en la torre parroquial, acuden los bomberos, y todos, con ejemplar heroísmo, y temeraria filantropía, se precipitan a través de las llamas para rescatar las vidas, y hasta los muebles, que haya en la casa incendiada.
EDUARDO ZAMACOIS
ALGO MÁS DEL PERSONAJE
Estudios, periodismo, guerras y revoluciones
Sus estudios iniciales los realizó entre Bruselas y París. A los diez años, toda la familia se radicó en Sevilla, España, donde culminó sus estudios secundarios. La familia se trasladó hacia Madrid, donde empezó sus estudios en la facultad de Filosofía y Letras, 1 año, continuando con Medicina, 3 años. Finalmente en esta ciudad tuvo tres hijos.
Se estableció en París trabajando para la editorial Garnier y Bouret, regresando a Barcelona para dirigir la revista “Vida Galante”. Su pasión por el periodismo lo llevó a fundar el periódico “La Justicia”.
En su vida personal tuvo muchos problemas sentimentales hasta convertirse en bígamo.
Estuvo en Ecuador en las ciudades de Guayaquil y Quito en 1919, dictando conferencias.
La primera guerra mundial lo llevó a ser corresponsal del periódico “La Tribuna”. De igual forma con la Revolución Española escribió una serie de crónicas a favor del Frente Popular.
Escribió una gran cantidad de obras: novelas -galantes, eróticas y de ambiente social-, cuentos, retratos de amigos y escritores, teatro, ensayo, artículos periodísticos, etc.