Las carreras de ensacados, de tres piernas, de cuchara con un huevo o subir el palo ensebado son algunos de los juegos tradicionales cuyas prácticas, con el  transcurso de los años, son menos frecuentes en la zona urbana de los barrios guayaquileños.

La Cooperativa Guayas y Quil, en el Guasmo (empezó a poblarse en la década del 70), es uno de esos sectores donde anualmente se desarrollaban dichos concursos.   

Amanda Landázuri, quien habita en la zona del sur, recuerda que la última vez que en su barrio realizaron una actividad colectiva fue hace cuatro años por las fiestas navideñas. “Sería bueno que los padres de familia promuevan entre sus hijos integraciones comunitarias y que no solo vean televisión”, sugiere Landázuri.

Por su parte, en la Cooperativa Cristal, Pedro Álvarez ratifica que allí  tampoco los moradores se interesan por los juegos tradicionales; lo que sí ocurría en antaño.   

El también miembro del comité de moradores atribuye que la poca colaboración está vinculada a la falta de dinero y por la excesiva demanda de tiempo para desarrollar los trabajos. “Es un cambio social que se ha dado y tenemos que trabajar en la organización de las festividades para que no pasen desapercibidas”.

Mariuxi Febres-Cordero, Barrio del Salado y el Suburbio son otros sectores tradicionales donde en esta época ya se anunciaban las competencias, pero en la actualidad ya no ocurre.

Los juegos populares, según historiadores, son originarios de la ciudad de Lima, y se practicaban a partir del virreinato en Perú, en los siglos XVI y XIX.

Según Melvin Hoyos, titular de la Dirección de Cultura y Promoción Cívica del Municipio de Guayaquil, la comida, los juegos, las costumbres y las leyendas de la ciudad puerto tienen influencia peruana, que a su vez son de  ascendencia española.

En la actualidad -continúa el funcionario- sus prácticas han dependido de la iniciativa de los vecindarios. “Una familia lidera la idea y todos la siguen. Es parte de la  solidaridad guayaquileña y del sentimiento de amistad que se establece  entre los grupos barriales en las ciudades”, detalla Hoyos.

Pero el investigador cultural Ezio Garay pronostica que la costumbre de prácticas de aquellos juegos colectivos no  se mantendrán por mucho tiempo.

Para el historiador, a pesar de que aún existen familias que promueven la actividad lúdica, en una segunda o tercera generación desaparecerán. “Las tradiciones quedaron relegadas en los sectores suburbanos por la poca identidad de los guayaquileños”, analiza.

El autor del texto “Para la historia de Guayaquil” recuerda que precisamente en este mes, el 12 de octubre, los vecinos, aprovechando que no se trabajaba, cerraban la calle, en todas las esquinas jugaban  índor, se elegía a la reina, un vecino compraba la cinta y otro ponía la cerveza (premio a los deportistas). “La recuperación de la costumbre es cuestión de que los vecinos comiencen a agruparse y trabajar en  comunidad. En los lugares que haya familias de todas las edades se pueden recuperar las costumbres consultándole a las personas mayores”, expresa Garay.

Sobre el esparcimiento semanal, la encuesta del uso del tiempo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), realizada el año pasado, precisa que los ciudadanos dedican 12,75 horas a ver televisión y  55,8 horas a dormir.

En cambio, a las actividades sociales (en la que encajan los juegos) solo se dedican 3 horas, de acuerdo con la estadística.

COSTUMBRES SON CAMBIADAS CON EL TIEMPO

En el Observatorio Cultural Urbano (OCU) de la Universidad Casa Grande, Carlos Tutivén, explicó que producto de la modernización y secularización algunas tradiciones desaparecen de manera paulatina. “La única manera de que una costumbre esté viva es que evolucione”, indicó.

Como ejemplo, citó el cierre de calles para eventos cívicos. “A medida que la ciudad crece, hay más carros y aparecen ordenanzas”.