La vía Narcisa de Jesús es considerada de alta peligrosidad por el número de accidentes que registra
El Limonal resignado al nuevo puente
El ruido de la maquinaria que trabaja en el campamento donde se construye el nuevo puente que unirá Guayaquil y Samborondón no altera a los habitantes de El Limonal, cooperativa asentada sobre la acera este de la autopista Narcisa de Jesús. El bullicio no los altera, pero sí lo que puede ocurrir luego, dice Thomas Menoscal, de 57 años, habitante del lugar desde hace 27.
“La incertidumbre se origina porque se trata de la salida e ingreso de un puente y corremos el riesgo de quedar cercados con los muros o que algunos locales pierdan clientes por lo complicado que se puede tornar el acceso”.
El viaducto se construye, desde mayo, a la altura del Liceo Panamericano, en el kilómetro 3,6 de la avenida León Febres-Cordero, en Samborondón. Se extenderá hasta las lagunas de oxidación de Interagua y de ahí llegará hasta Sauces 4, en el norte de Guayaquil
La entrada y salida de camiones cargados con cemento, hierro y tierra, volvieron al sector más peligroso de lo habitual. Dos letreros cerca del ingreso advierten que se construye el puente y se debe reducir la velocidad.
Luis Quinto, quien tiene un ciber y una despensa, junto a la casa esquinera que será expropiada para dar paso a la salida del viaducto, dice que el muro que separará el puente de la calle afectará el ingreso a sus locales. “Nadie ha reclamado, pero todo hace pensar que seremos perjudicados. En lo personal considero que el muro nos puede aislar y el elevado número de carros que transiten puede generar nerviosismo en los compradores”.
Colón Ibarra, mecánico automotriz que tiene su taller desde hace 16 años, está cerca de la obra y considera que sí le afectará cuando se inaugure el puente. “Mi trabajo requiere de una vía de acceso. Cuando esté el puente listo será complicado llegar a mi taller. Muchas veces llegan carros averiados sobre grúas. Los habitantes mantenemos la calma, pero con seguridad algunos seremos perjudicados”.
Josefina Hinojosa, de 67 años, afirma que de la obra conocen poco porque nadie les ha informado qué pasará con sus viviendas.
“No tenemos sobresaltos porque estamos convencidos de que nadie nos sacará de nuestras casas. Pero consideramos que la vida nos cambiará. Ya sea porque el lugar se torne sin actividad como sucedió en los sectores por donde pasa la Metrovía o porque se vuelva congestionado por el pasar de los vehículos”.
El viaducto tendrá 780 metros de largo, pero con las orejas de acceso, la conexión entre la autopista Narcisa de Jesús y la avenida León Febres-Cordero suman 2.270 metros.
En el campamento los obreros no opinan sobre la obra, menos cuando notan la mirada sigilosa de un guardia de seguridad. Los camiones entran y salen y el rugir de la maquinaria no se detiene. (I)