La dula acompaña a la mujer durante el embarazo
Que el parto deje de ser una experiencia traumática y pase a ser un acto de amor y respeto, es el objetivo de las dulas. No son médicas ni parteras, son auxiliares de parto. Se trata de mujeres que acompañan a otras mujeres a traer vidas al mundo.
Con 14 años de experiencia, Bernarda Bolaños (36 años) es una de ellas y ha permanecido junto a las madres antes, durante y después del alumbramiento, convirtiéndose en la abuela, madre, tía y mejor amiga de las mujeres en cinta.
Bernarda ha acompañado unos 100 partos. Se inició en esta tarea cuando estudiaba masajes terapéuticos. En ese entonces, acompañó a su hermana en sus más de 20 horas de labor de parto. Le dio masajes y le brindó su apoyo emocional. Tuvo la oportunidad de entrar al parto de su sobrino Martín; verlo nacer le cambió la vida.
“En ese momento sentí las ganas de hacer esto, de acompañar a las mamás y de estar en este proceso tan importante”, dice Bernarda.
Explica que dula es una palabra antigua griega que significa esclava de la madre, es la mujer que acompaña y protege la labor de parto. Y es que estas compañeras de alumbramiento siempre han existido, aunque no llevaban ese nombre, eran las abuelas, las comadronas, las tías, las hermanas y la gente de la comunidad.
Aunque cada una tiene su método de trabajo, para Bernarda es fundamental entrar en contacto con la futura madre desde las 26 semanas de gestación. De este modo, pueden crear un vínculo de confianza.
Durante el embarazo, la madre recibe masajes en todo su cuerpo, especialmente en zonas donde el esfuerzo físico es mayor debido al peso del bebé. Aprenden posturas y ejercicios para la apertura de la pelvis.
Subir la pierna recogida en un mueble alto, mantener el otro pie en el piso y estirarse hacia al frente es uno de los ejercicios que ayudan a relajar las piernas. Otro muy útil es sentarte en el piso, recoger las piernas, unir las plantas de los pies y balancear las piernas a los costados.
También trabaja la parte emocional con la madre, sobre todo, cuando esta enfrenta conflictos de pareja o tiene problemas económicos. En algunos casos, la pérdida de un ser querido también podría bloquear la labor de parto. Durante el alumbramiento, da masajes a la madre en la espalda, cadera y piernas. Entre los ejercicios, hay uno que consiste en abrazar a la madre mientras esta permanece hincada frente a una pelota de pilates.
Esto le ayuda a que la barriga cuelgue y que los hombros y piernas se aflojen. Otro ejercicio es sentarse sobre la bola de pilates y, con las piernas abiertas, hacer círculos. Esta práctica ayuda a que la madre relaje el piso pélvico.
Durante el parto ella ayuda a la madre a tomar posiciones adecuadas para avanzar en el alumbramiento, verifica que no puje demasiado y que respire sin agitarse. Además, busca que el niño tenga un apego inmediato con su madre para que se sienta protegido.
Ella ha estado presente en partos de varios tipos, incluso los que se realizan en agua.
Después del alumbramiento visita a la madre para constatar si se encuentra estable, desde el punto de vista emocional. “Es algo tan gratificante el dar y el recibir. Es importante que en esta época las mamás tengan este apoyo. Y para mí es un honor estar en los partos y acompañar en un nacimiento. Es un regalo de la vida”, señala Bernarda.
TESTIMONIO
“Para mí, una dula es un ángel guardián”
Trabajé con Bernarda Bolaños los 4 últimos meses del embarazo. Antes del parto nos reuníamos una vez a la semana para los masajes, ejercicios de flexibilidad y conversar sobre cómo me sentía y sobre cuáles eran mis miedos. Hablábamos de mujer a mujer, era una sesión terapéutica, más allá de la física.
Cuando estaba a punto de dar a luz, con esa revolución interna que tenía por el dolor, ver a Bernarda me tranquilizó. En mi caso fue dula y partera porque recibió a mi niña Maya (8 meses) en la clínica. Mientras caminaba hacia el agua, donde planifiqué el parto, respiré en un pujo y la bebé de pronto nació dentro de la bolsa. Bernarda pudo cogerla y enseguida me la puso en mis brazos.
Para mí su compañía fue como tener un ángel guardián todo el tiempo. Su presencia fue fundamental, ella hizo que el parto sea sutil. La paz y ecuanimidad de Bernarda me alivió.
Ella te ayuda, te guía y te da el hombro, es alguien con quien puedes llorar y reírte en sus brazos, es como si fuese tu familia. Se crea una relación de por vida, simplemente su presencia hace que todo se facilite.
María José Rosero Tejada, 37 años