Brasil fue la sede de los I Juegos Mundiales de los Pueblos Indígenas (JMPI), llamados también los “Juegos olímpico indígenas”, que se llevaron a cabo desde el 23 de octubre al 1 de noviembre de este año. Más de 2 mil atletas de 30 países llegaron a Palmas, capital del estado Tocantins.

Cerca de 24 grupos indígenas propios de Brasil, compitieron contra etnias de países como Canadá, Guatemala, Colombia, Nicaragua, Perú, Uruguay, Paraguay, Guyana Francesa, Chile, Venezuela, Argentina, México, Congo, Mongolia, Nueva Zelanda, Australia, Rusia, entre otros.

Entre los grupos indígenas de la sede estuvieron presentes los bororo boe, guarani kaiowá, javaé itya mahadu, kamayuru, karajá, kayapó mebengokre, kraho, kyikateje, matis, paresi, pataxó, tapirape, terena, wai wai, xerente, kaingang, manoki, kura bakairi, kanela, kuikiro, erikibaktsa, mamainde, entre otros.

Tiro con arco y flecha, lanzamiento de lanza, carrera rústica de 100 metros, piragüismo rústico, luchas corporales y natación fueron algunas de las competencias.

‘En 2015, somos todos indígenas’ fue el tema del encuentro deportivo que tuvo como finalidad promover la biodiversidad y preservar las costumbres y tradiciones de los pueblos originarios a través del deporte y el arte. ‘Lo importante no es ganar, sino celebrar’ fue otro de los lemas del encuentro deportivo.

El portal web regeneracion.mx, explica algunos de los deportes tradicionales que se vieron durante el encuentro. Uno fue la corrida de tora, una carrera de relevos en la que los participantes deben cargar un tronco. Asimismo, jugaron el xikunahity, una especie de fútbol en el que solo está permitido utilizar la cabeza.

También llamó la atención el uarhukua chanakua o pelota purépecha, un juego propio de la cultura maya y que antecede al hockey moderno, se juega con una pelota y un bastón, pero en su versión original se prende fuego a la pelota. El portal agrega el tug-of-war, un juego de cuerda o soga que consiste en el tradicional tira y afloja que pone a prueba la fuerza y coordinación de los participantes.

Aunque se trata de la primera edición de estos juegos, hubo algunos atletas que ya tenían su hinchada. Uno de ellos fue el rarámuri Silvino Cubesare (México), quien ya había ganado algunas carreras de resistencia en España y su país natal.

Según el portal web www.informador.com.mx las mujeres también brillaron en estos juegos. Por ejemplo, Magualo (22 años), de la nación Kamayurá, a la mitad de su partido de fútbol corría a las gradas para amamantar a su hijo de 11 meses.

En la misma página se asegura que para la abuela Najara, de 38 años, de los pataxo, a diferencia de lo que ocurría décadas atrás, el fútbol femenino hoy en día es aceptado en las aldeas, lo que, a su juicio, también demuestra la evolución de la mujer en su comunidad.

En la ceremonia de apertura también se mostraron varias costumbres autóctonas. De acuerdo con regeneracion.mx, el acto incluyó un desfile de pueblos indígenas con trajes que iban desde faldas de paja y plumas para clima tropical a pieles para clima ártico.

Según el presidente del Comité Intertribal de la Memoria y Ciencia Indígena, Marcos Terena, se busca crear en Brasil el Comité Olímpico Internacional Indígena. Así lo afirmó durante la inauguración de los juegos en el Estadio Mané Garrincha en Brasilia.

La página www.latinamerica.undp.org recogió las declaraciones de la Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, durante el evento. La Mandataria aseguró que estos juegos son una lección para poner fin a la intolerancia entre las personas, los géneros y las religiones: “Los Juegos Mundiales de los Pueblos Indígenas son la afirmación de un mundo diferente, en el cual, a través del deporte las personas pueden lograr la sostenibilidad y la inclusión social”.

Para muchos, como para el alcalde de Palmas, Carlos Amastha, el lugar elegido para los juegos fue el ideal porque 13 mil de sus pobladores pertenecen a 7 culturas indígenas. La ciudad cuenta con alrededor de 250 mil habitantes.

Para organizar el evento se creó la Secretaría Extraordinaria de los Juegos Indígenas. Aunque muchos criticaron la inversión económica que significó, los participantes consideraron que estas competencias sirvieron de vitrina para mostrar al mundo la diversidad y lo rico de las culturas originarias de cada país.

Estos juegos se realizan en Brasil desde 1996. Después de 12 ediciones nacionales, celebradas en diversas ciudades de ese país, el evento se extiende invitando a deportistas de todo el mundo. La iniciativa fue de las propias comunidades.