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El Telégrafo

En temas sensibles, hay que ser tolerantes y no señalar

19 de septiembre de 2019

Mucho antes de que las reformas al Código Orgánico Integral Penal (COIP) fueran a votación, el debate ya había empezado, sobre todo en las redes sociales, entre los grupos provida y colectivos feministas, cada uno defendiendo la despenalización o no del aborto cuando hay un embarazo producto de una violación, más si la víctima tiene algún tipo de discapacidad.

Ayer este debate pasó a convertirse en una “guerra digital”, donde unos a otros se señalaban y cuestionaban, ironizaban, y peor aún politizaban el asunto juzgando a qué se debió la no aprobación por parte de la Asamblea Nacional de este tipo de reforma al COIP.

Este tema, muy sensible, sobre todo para la mujer, deja entrever no solo la cultura patriarcal que predomina en la sociedad, sino también el machismo, la doble moral, el silencio que se puede traducir en consentimiento o no; las secuelas de quienes fueron víctimas de abuso sexual, los traumas, el drama familiar, la revictimización.

No es fácil para un ser humano decidir si está bien o no terminar con una vida desde su concepción. Pero ¿qué sucede cuando ese ser en formación fue producto de la violencia sexual? ¿Será aceptado o no por su madre y por todo su entorno? Si nace, ¿se enterará algún día que no fue producto del amor? Hay mucho por debatir y mucho por responder.

Es momento de reflexionar, de respirar profundo y ponerse en los zapatos de quienes defienden esta reforma al COIP y de quienes están en contra. No siempre las respuestas giran en torno a la política. No siempre una respuesta tiene un trasfondo. No siempre una decisión puede ser la correcta, pero como sociedad, lo mejor, por lo menos en este caso, es dejar de censurar, de culpar, de señalar, de cuestionar, de insultar, de injuriar a quienes, desde extremos opuestos, defienden su causa.

El cuerpo de un ser humano es un templo sagrado que nadie tiene derecho a profanar, pero si llegase a ocurrir, no es la sociedad la que tiene que decidir ni juzgar qué se debe hacer o no. (O)

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