Siempre se ha dicho que la primera víctima en toda guerra es la verdad. Y después del bombardeo en Siria por parte de EE.UU. eso queda más claro. Ya no es posible describir el drama de todo un pueblo tras siete años de guerra, con unos intereses muy definidos.
Las víctimas son decenas de miles y los daños nadie los podría calcular en este momento, por más expertos en el tema que aparezcan. Siria no será (como no es hasta ahora Irak) compensada por nadie, sus ciudadanos vivirán en la pobreza durante décadas y mientras tanto los comerciantes de la guerra gozarán de sus fortunas hasta la tercera generación de su descendencia.
Siria necesita paz y mucho apoyo del mundo civilizado. No requiere de más bombas ni intervenciones de ningún país, por más sheriff del planeta que se considere. La ONU debe sancionar a todo aquel que fomente la guerra y acabe con la vida de generaciones de sirios.
Pero, como están las cosas, todo lo anterior solo son afanes idealistas y postulados con poco eco. La verdad es que esa guerra no va a cesar porque hay unos poderosos intereses económicos incentivándola. (O)