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El Telégrafo

El Día Internacional de la Mujer no es para festejar

08 de marzo de 2020

La ONU institucionalizó esta conmemoración, en 1975, para llamar la atención de los medios de comunicación y los gobiernos sobre los problemas de las féminas que aún están sin resolver y que requieren de políticas públicas concretas. Aunque hay avances en algunos ámbitos en la vida de las mujeres todavía persiste la violencia de género que hace imposible celebrar este día. Diario EL TELÉGRAFO presenta una edición especial y casi dedicada completamente a ellas desde distintas perspectivas: el acoso sexual, la participación política, el Plan Toda una Vida y la inclusión de las mujeres, las diversidades y el aporte al feminismo, las mujeres y el deporte, las emprendedoras, las mujeres en la Justicia, excluidas por su etnia, cultura e igualdad de espacios, mujeres y la ciencia, y la violencia contra la mujer. También tenemos columnas de opinión de nuestras periodistas y de invitadas porque este periódico es inclusivo. Queremos destacar nuestra página de género, Sororidad, que es la única que se publica en los medios de comunicación de Ecuador. Ese espacio está bajo la dirección de la abogada feminista guayaquileña, Silvia Buendía. En esta edición ella describe con una desgarradora narrativa la realidad sobre la violencia contra las mujeres y dice que no tenemos nada que celebrar en este Día Internacional de la Mujer. Según el informe de organizaciones de Derechos Humanos presentado en enero de 2020, en este país un hombre asesina a una madre, esposa, exmujer o novia “cada 71 horas”. Así en las últimas dos semanas se registraron tres femicidios, cada uno más doloroso que otro. Por ejemplo, a Doris, en Píntag, su marido la apuñaló tres veces y le quemó sus partes íntimas con agua hirviendo. O Lucrecia, quien fue destrozada a machetazos por su expareja, en Milagro. Ante crímenes tan horrendos como estos es imposible no ser feminista y no unirse a sus marchas para exigir que termine tanta violencia. El problema es estructural y responde a una sociedad patriarcal, pero no podemos callar ni seguir educando a nuestros hijos como siempre porque el círculo se reproduce. (O) 

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