Ni los aguaceros impiden el arribo masivo a feria de Bogotá
Desde Bogotá.- Ya parece rutina que con los libros llegan las aguas a Bogotá, en los días de la Feria Internacional del Libro. Por lo menos los días viernes y sábado últimos fue contundente el aguacero de cada día. Y a pesar de ello, los bogotanos, extranjeros y llegados desde otras ciudades colombianas no se frenan para arribar al recinto de Corferias. Así ha sido siempre, coinciden los asistentes y los organizadores.
En medio de los charcos, con ropa abrigada, en la búsqueda de un “tintico” o una cerveza no tan fría, los visitantes a este enorme espacio ferial no se hacen bolas con el clima. Cualquiera pensaría que la asistencia disminuiría, que las ventas caerían o que se postergarían los actos. Todo lo contrario, la mayoría de los lanzamientos o conversatorios empieza puntual y copado.
Claro, hay figuras importantes como el premio Nobel francés Jean-Marie Gustave Le Clézio, que ha sido de enorme atracción para los lectores colombianos. Sus libros, de distintas editoriales, son los más vendidos y los mejores destacados en los stands.
Por supuesto, para que exista el interés por la feria no solo se debe a una cultura inclinada a las buenas lecturas y el aprecio a los grandes autores, sino un conjunto de entrevistas, notas, reportajes e informes que los medios de comunicación, públicos y privados, hacen una semana antes y a lo largo de la feria. De ahí que no es raro que esta actividad cultural sea motivo del editorial principal del diario El Espectador o la apertura de los noticieros nocturnos de algunos canales de televisión.
El país invitado de honor, Portugal, llevó a autores tan importantes como Gonzalo Tavares y ofreció la venta de un inédito del premio Nobel José Saramago, además de conversatorios sobre las últimas novelas, ensayos y cuentos de autores tan disímiles como Antonio Lobo Antunes o José Luis Peixoto.
En esta ocasión hay una fuerte presencia de autores y libros ecuatorianos. El más concurrido fue el acto de presentación de Pubis equinoccial, del escritor y embajador ecuatoriano Raúl Vallejo.
Editado e impreso por Mondadori este libro de cuentos eróticos estuvo compitiendo lugar y atención con un “enorme” stand de la editorial con autores como William Ospina, quien unos minutos después de iniciada la presentación del libro de Vallejo convocó a decenas de jóvenes que querían un autógrafo en varios de sus libros.
A media cuadra, uno del otro, los actos probaron dos cosas muy significativas: la variedad de libros no deja por fuera a los lectores con diversos gustos y preferencias, pero además hay autores que convocan cual estrellas de rock, como ocurrió con Ospina. Sus libros, que no son necesariamente textos de lectura cómoda ni de autoayuda, tienen una enorme acogida.
El sábado pasado, por ejemplo, se armó un conversatorio para hablar del último de la trilogía iniciada con Ursúa, que siguió con El país de la canela y termina con La serpiente sin cabeza. La atención y fervor con que era escuchado daba lugar a una imagen única, como si hablara un gurú de alguna religión. Luego, a la hora de firmar libros, la cola se extendía hasta las afueras del pabellón, donde todavía caían gruesas gotas de lluvia. Arropados, con abrigos o paraguas, la mayoría de jóvenes soportó alrededor de una hora para llegar hasta la mesita, con una botella de agua, una pluma y el autor con una bufanda.
Quizá Mondadori es en este momento la mayor editorial que contiene títulos y autores de mucha presencia y lectura. Por eso el stand es todavía uno de los más visitados, pero también por los precios. “Aquí encuentro todo lo que me gusta”, decía una joven antioqueña, estudiante de Derecho, frente a la caja para pagar por cuatro libros que sumaban más de 150 mil pesos colombianos.
Por eso resulta interesante que un autor ecuatoriano, como Vallejo, fuese incluido con su nuevo libro, que no es el único que ha publicado con este sello. Pero la presencia ecuatoriana no fue solo con este autor. El Ministerio de Patrimonio también llevó varios títulos, entre los que se destaca un libro que no ha recibido aún la valoración que merece: Rondando a JJ, coordinado por el escritor Raúl Serrano.
Durante la presentación hubo respuestas a preguntas de gran interés sobre el cantante ecuatoriano y de lo que destaca y cuenta el libro, que dan lugar a pensar que todavía hay interés por la vida del más grande de los artistas nacionales fuera del país y no hacemos suficiente para destacarla.
También se presentó Te cuento Quito, un libro coordinado por Alicia Ortega, que debe ser una sorpresa y una “joyita” para los lectores colombianos. Y fue muy interesante el diálogo que provocó el libro La tinta, el papel y el odio mataron al Viejo Luchador.
Y no hay que dejar de lado la presentación de los libros de una editorial que se abre campo a puro pulso como es Mar abierto, empresa pujante de Manta y Manabí.
Pero como no podían faltar las críticas, desde los visitantes ecuatorianos hubo un fuerte resentimiento porque el bonito stand del país no se compadecía con las obras ofrecidas y que son definidas por la Cámara del Libro.
¿Cómo es posible que en un stand que aspira a promocionar los libros y autores ecuatorianos lo más destacado y mejor expuesto sea Pinocho o Lazarillo de Tormes? ¿Desde qué concepción editorial y comercial se colocan títulos por encima de lo que en realidad busca un lector o consumidor más “despistado” en un local diseñado y financiado por el Ministerio de Cultura?
Se esperan respuestas.