Los ‘intereses ontológicos’ de Cardoso en su plenitud
Treinta años de carrera artística no son en vano. Pablo Cardoso empezó a crear en 1984, y su trayectoria alcanza ahora una tercera década, tras tomar hace poco un giro en la temática de su producción.
En un momento en que se ha interesado por mantener una creación que haga énfasis en el abismo medioambiental que se vive, Cardoso recibió en 2012 el Premio a la Trayectoria que entrega la nueva versión del Premio Mariano Aguilera.
Además de los $ 20.000 que significa ganar el Premio a la Trayectoria, la distinción incluye la publicación de un libro que recoja la obra del artista, a cargo de la institución organizadora del Nuevo Mariano: el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Quito.
Así, esta semana se llevó a cabo la presentación del libro/catálogo, titulado Teoría para actuar entes de tiempo, que además de la documentación de la producción del artista durante estas décadas, incluye una serie de ensayos escritos por críticos de arte reconocidos en el medio, como Lupe Álvarez, Rodolfo Kronfle, Amalina Bonim, Mónica Vorbeck y Cristóbal Zapata, editor del libro.
El lanzamiento del libro se llevó a cabo en Guayaquil, el pasado miércoles, en la galería DPM (dos días antes, este evento ya se había realizado en el CAC de Quito). Ahí se expuso, además, una selección de obras de Cardoso pertenecientes a la reserva de la galería.
Durante la presentación, Ana Rosa Valdez, curadora del CAC, comentó que el título del libro hace referencia a una serie que realizó el artista en 1999: Teoría para devolver un pez al agua, Teoría para que me guste la berenjena y Teoría para desprenderme de toda pretensión.
La obra de Cardoso tiene varios momentos, iniciando con un período en el que la producción estuvo marcada, cuenta el artista, “por intereses más ontológicos”.
De ese período son las obras Huele a quemado (1989), Principios de un San Jorge actualizado (1988) y las series Polvo (1996) y Yo legión(1998).
En 2001, ese interés fue mutando, no para dejar de hacerse preguntas ontológicas, explica Cardoso, sino para entrar a una serie de reflexiones sobre los espacios de tránsito y los territorios habitables.
“Ya no es tanto una cosa que bordea lo místico, sino que empiezo a preguntarme sobre las estructuras físicas que nos definen desde el exterior hacia el interior”, dice Cardoso. De ese período, que inició con la serie Geodesia, aparece también la muestra Lebensraum de 2010 (espacio habitable en alemán). Aquel tiempo coincide con viajes emprendidos por el artista, y la consiguiente noción de “encuentros y desencuentros con uno mismo” en espacio que, pese a albergar a mucha gente, “no le pertenecen a nadie”, como los aeropuertos, las estaciones de tren y las carreteras. Estas últimas aparecen en la elocuente obra titulada Nowhere (2008).
Más recientemente, aquel interés de Cardoso por los espacios habitables toma otro giro y se dedica a reflexionar sobre el “abismo medioambiental al que estamos expuestos, debido a la irresponsabilidad de los políticos de turno”, en un momento en que se preparan muchos proyectos -“algunos muy avanzados”- de explotación minera.
Del último período son la muestra Lagro Agrio-Sour Lake (2012) y su próxima serie Mareas Negras, basada en una investigación sobre desastres petroleros, por lo que el artista realizó una serie de viajes por los sectores afectados por el derrame del Exxon Valdez en Alaska.