Dura reacción de Israel contra Grass invierte el debate a favor del poeta
La dura reacción de Israel contra el escritor alemán Günter Grass, al declararlo persona "non grata" por un poema en que criticaba el potencial atómico de ese país, invirtió el debate a favor ahora del literato, que recibió apoyos de personalidades israelíes y también del espectro político germano.
La decisión del ministro del Interior israelí, Eli Yishai, de prohibir al Premio Nobel de Literatura 1999 la entrada en Israel es "populista", afirmó el ex embajador israelí en Alemania Avi Primor, mientras su compatriota e historiador Tom Segev calificó la reacción de "histérica".
"Creo que el ministro del Interior (israelí) no sabe nada de Alemania. Simplemente actúa de cara a la política interna, lo que no considero correcto", sostuvo el exembajador, en declaraciones a la primera cadena de la televisión pública alemana ARD.
Grass no es de ningún modo "un antisemita", prosiguió el diplomático, quien sí advirtió que el escritor incurrió en el "ridículo", al afirmar que Israel pretende aniquilar Irán.
"Sé de lo que hablo", sostuvo Primor, quien estuvo destinado en Berlín entre 1993 y 1999 y goza de gran prestigio en Alemania en cuanto a opinión autorizada en las relaciones bilaterales.
Primor dijo que la preocupación de su país por el programa atómico iraní es "justificado", visto que tanto el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, como el ayatolá Ali Jamenei hablan sin tapujos de "exterminar" Israel.
En términos parecidos se pronunció en la edición digital de "Der Spiegel" el historiador Segev, para quien el ministro del Interior de su país ha estado "pésimo" y hasta "cínico", al calificar de antisemita a Grass y relacionar el poema del escritor con el hecho de haber "vestido el uniforme de las SS".
Según el historiador, el propósito del ministro es "asegurarse el futuro político", con proclamas populistas orientadas a un sector determinado del electorado israelí.
Grass, de 84 años, reconoció en 2005 haber estado, a los 17 y durante unos nueve meses, sirviendo en las Waffen-SS, una confesión tardía que en ese momento desató ya un gran revuelo.
El escritor, un referente moral para muchos de sus compatriotas, se ha caracterizado en buena parte de su carrera como voz de la consciencia frente al pasado nazi de políticos e intelectuales.
El escándalo de entonces no llegó, sin embargo, al nivel de controversia desatada con el poema "Was gesagt werden muss" ("Lo que hay que decir") y difundido el pasado miércoles simultáneamente por el diario alemán "Süddeutsche Zeitung" y otros grandes rotativos internacionales, entre ellos el español "El País".
Grass afirmaba que el programa atómico de Israel es un peligro para la "de por sí frágil paz mundial" y acusó a ese Estado de plantearse un ataque a Irán que podría aniquilar a su población.
El escritor rompió así un tabú en la tradicional cautela de Alemania que, por razones de responsabilidad histórica, evita cualquier crítica a Israel.
La clase política alemana reaccionó con estupor y condena casi unánime en lo que respecta a las formaciones parlamentarias, con excepción de La Izquierda, que defendió la posición de Grass y la legitimidad de la crítica al Gobierno de Israel.
Ante la virulencia de las reacciones, Grass matizó que sus críticas se dirigen contra la política del actual Ejecutivo israelí.
Desde el ámbito literario, el crítico más influyente del país, Marcel Reich-Ranicki, superviviente del gueto de Varsovia, calificó abiertamente de "repugnante" el poema de Grass.
A la decisión del ministro israelí siguieron ahora las primeras muestras de apoyo a Grass del Partido Socialdemócrata (SPD) -en el que el escritor militó durante décadas e incluso participó en campañas electorales, en tiempos de Willy Brandt y, luego, de Gerhard Schröder-.
"La reacción del Gobierno israelí es desmesurada e injustificada, dado el tema", dijo el portavoz de Exteriores del SPD, Rolg Mützenich.
Por parte de los Verdes, el secretario de organización de su grupo parlamentario, Volker Beck, calificó la decisión de "poco inteligente y nada soberana".
El ministerio alemán de Exteriores, cuyo titular, Guido Westerwelle, se sumó estos días a las críticas a Grass, no ha comentado la decisión de prohibirle la entrada en Israel.