El misterio de la gata que cruzó la calle en busca de un cadáver
Miguel Álava, de 42 años, vive en la intersección de Machala y Josefina Barba, sur de Guayaquil, hace casi dos décadas y tiene por costumbre estacionar su moto en un callejón detrás del colegio Provincia de Chimborazo.
Su rutina diaria incluye dejar a su hija en el plantel fiscal y buscar su moto para dirigirse a su trabajo. Sin embargo, un lunes hace una pausa antes de salir a sus labores para presenciar una escena que nunca antes había visto.
Una gata joven lleva en su hocico a una de sus crías para introducirla a la casa de una vecina. Para ello, cruza la calle en medio de los vehículos estacionados.
El animal regresa y esta vez se queda mirando hacia el lugar donde dejó al primer gatito, teniendo a sus espaldas otros cuatro que llevar.
Don Miguel se queda observando. Confiesa que entró en el dilema de apoyar o no a la gata para llevar a su prole a un lugar seguro. Sobre todo, tomando en consideración que la dueña de la casa no es propietaria del animal.
“¿Por qué la gata los lleva a donde no pertenece?”, reflexiona mientras observa que la gata regresa por su primera cría pero, a diferencia de la primera ocasión, no vuelve.
Transcurren cinco minutos. Don Manuel no puede contener su curiosidad y se dirige hacia la casa de su vecina. “Solo veré lo que ocurre, no planeo quedarme con ningún gato”, acota.
Cuando llega, la gata sale con su cría en el hocico. Don Manuel se queda mirando al interior de la casa por unos breves segundos y retorna, con un rostro que emana tristeza.
“Había un gatito muerto”, relata. Con el ánimo de atar cabos, supone que la gata también engendró al animal y de pronto quiso hacerle compañía junto con los otros gatitos.
El porqué la gata se arrepintió queda en el misterio, al igual que el motivo que la impulsó llevar a su prole hacia el cadáver, en primer lugar. (O)