"Las canas ya no me dejan conseguir un empleo formal"
Todos los días a las 06:00 Carlos Alvarado, de 68 años, se prepara para salir a buscar el recurso económico que le permitirá mantener y alimentar a su familia. Limpia y chequea cada detalle de su moto antes de salir a “camellar”.
El hombre en su juventud tuvo varios trabajos: se desempeñó en el campo como jornalero, como operador en varias fábricas y en construcciones.
“Ahora es difícil conseguir un trabajo formal; para las empresas uno viejo ya no es productivo, solo contratan a los muchachos jóvenes”, manifiesta.
Al ver que las puertas se le cerraban Carlos decidió comprar una moto a crédito que le costó $ 1.200. Luego, con la ayuda de un amigo latero, le adaptó una carrocería y la convirtió en una tricimoto.
Con este vehículo labora día a día por las calles de la parroquia Pascuales, lugar donde él habita junto con su familia.
Sus primeros clientes son los estudiantes que se dirigen -aún somnolientos- a sus escuelas y colegios.
También traslada a los trabajadores que van a sus empleos en la ciudad de Guayaquil.
El abuelo tiene cuatro cargas familiares, entre ellos un nieto de 2 años y un hijo de 26 años que sufre de discapacidad visual.
Ellos son el motor que le dan las fuerzas que necesita para trabajar, a pesar de sus dolencias. “Los años comienzan a cobrar factura”, señala.
Este hombre de cabellera blanca y tez morena hace base en el sector de Mabe. Ahí recoge y deja pasajeros; el pasaje por persona es de $ 0.25; lo ideal es llevar como mínimo a unas 4 personas para que la vuelta le genere $ 1.
El hombre no puede estar mucho tiempo estacionado porque el agente de tránsito pita para que avance y no obstruya el paso vehicular.
La edad no lo deprime, más bien el rechazo de las empresas le da la fuerzas para continuar en la lucha y buscar los medios que le permitan mantener su hogar. “La pobreza está en la mente de cada uno”, dice convencido. (I)