El barrio Comité del Pueblo se transforma en un mercado
Caminar por las aceras de la calle Enrique Garcés, principal arteria vial del populoso barrio Comité del Pueblo N#1 al norte de Quito es posible mientras existe la luz del día. En esas horas se pueden observar las falencias que existen en las veredas donde los huecos con pequeñas hierbas naciendo se distinguen por doquier.
Existe total libertad para transitar por estos espacios y acceder libremente a los negocios del sector. No hay obstáculos que impidan ir en busca de víveres o ropa de todo tipo. Algunos comerciantes informales aprovechan los estrechos zaguanes o improvisados garajes para ubicar sus pequeños negocios sin que el llamado de atención, la multa o el retiro de la mercadería por parte de los policías metropolitanos afecte su mínima entrada económica.
Cuando los rayos solares comienzan a descender y paulatinamente la luz se vuelve tenue, la situación cambia totalmente. El deambular, que tan solo minutos atrás era fluido, ahora se vuelve lento y peligroso. Sin la presencia de los vigilantes metropolitanos, decenas de pequeños comerciantes informales se toman las aceras para promocionar todo tipo de productos, desde pollos, hasta quesos y calzado. Los gritos por comercializarlos se confunden y aturden a los transeúntes que van presurosos, tras retornar de sus labores, en busca de los víveres para la merienda.
Las banquetas se convierten entonces en el mercado donde es posible encontrar comida, novedosos artículos infantiles y otro sinnúmero de cosas. Aunque hay una advertencia de las autoridades municipales para controlar el buen uso del espacio público, ninguna sirve porque cada uno busca la forma de sobrevivir como le ocurre a Ángel Simbaña de 42 años, quien usa la entrada de su vecino para ubicar su máquina de coser y a través de las puntadas conseguir al menos unos $ 10 que le permitan llevar el alimento del día a su familia de cinco miembros. “Mañana será un mejor día” murmura el comerciante. (O)