Publicidad

Ecuador, 21 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

El punto de vista del búho de Minerva: ISIS y nuestros tiempos

07 de septiembre de 2014

No es agradable contemplar los pensamientos que deben estar pasando por la mente del búho de Minerva, mientras cae el crepúsculo y ella emprende la tarea de interpretar la era de la civilización humana, que podría estarse aproximando a su ignominioso final.

La era comenzó hace casi 10.000 años en la Creciente Fértil, que se extiende desde las tierras del Tigris y el Éufrates, pasando por Fenicia en la costa oriental del Mediterráneo, hasta el valle del Nilo, y de ahí a Grecia y más allá. Lo que está sucediendo en esta región proporciona lecciones dolorosas sobre las profundidades a las que puede descender la especie.

La tierra del Tigris y el Éufrates ha sido el escenario de infames horrores en los últimos años. La agresión de George W. Bush y Tony Blair en 2003, que muchos iraquíes compararon con las invasiones mongolas del siglo XIII, fue otro golpe letal más. Destruyó gran parte de lo que había sobrevivido después de las sanciones de Naciones Unidas contra Irak, impulsadas por Bill Clinton y condenadas por los distinguidos diplomáticos Denis Halliday y Hans von Sponeck, quienes las supervisaron antes de renunciar en protesta por considerarlas genocidas. Los devastadores informes de Halliday y Von Sponeck recibieron el trato habitual acordado para los hechos no deseados.

Una terrible consecuencia de la invasión estadounidense y británica se presenta en una ‘guía visual de la crisis en Irak y Siria’ del New York Times: el cambio radical en Bagdad de los barrios mixtos que había en 2003, a los enclaves sectarios hoy día, atrapados en un odio amargo. Los conflictos que encendieron la invasión se han propagado más allá de ellos y ahora están desgarrando a toda la región.

Gran parte de la zona del Tigris y el Éufrates está en manos de ISIS y su autoproclamado Estado Islámico, una nefasta caricatura de la forma extremista de islam radical que tiene su origen en Arabia Saudita. Patrick Cockburn, un corresponsal de The Independent en Oriente Próximo y uno de los analistas de ISIS mejor informados, la describe como “una organización muy terrible, en muchas formas fascista, muy sectaria, que mata a cualquiera que no crea en su particular tipo riguroso de islam”.

Cockburn también señala la contradicción en la reacción occidental ante el surgimiento de ISIS: los esfuerzos por detener su avance en Irak, junto con otros para debilitar al principal oponente de la organización en Siria, el brutal régimen de Bashar al-Asad. Entre tanto, una gran barrera contra la propagación de la plaga de ISIS hacia Líbano es Jezbolá, un odiado enemigo de Estados Unidos y su aliado, Israel. Y, para complicar más la situación, Estados Unidos e Irán ahora comparten una inquietud justificada por el ascenso del Estado Islámico, al igual que otros en esta región altamente conflictiva.

Egipto se ha sumergido en algunos de sus días más oscuros bajo una dictadura militar que sigue recibiendo el apoyo de Estados Unidos. El destino de Egipto no estaba escrito en las estrellas. Durante siglos, las rutas alternas han sido bastante factibles y no pocas veces una pesada mano imperial ha bloqueado el camino.

Después de la reanudación de los horrores en las últimas semanas, debería ser innecesario comentar lo que emana de Jerusalén, considerada, en la historia remota, un centro moral.

Hace 80 años, Martin Heidegger elogió a la Alemania nazi por proporcionar la mejor esperanza de rescatar de los bárbaros de Oriente y Occidente a la gloriosa civilización de los griegos. Hoy, los banqueros alemanes aplastan a Grecia bajo un régimen económico para conservar su riqueza y su poder.

El final probable de la era de la civilización se presagia en un nuevo informe preliminar del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC), el inspector, normalmente conservador, de lo que está sucediendo en el mundo físico.

El informe concluye que, con las cada vez mayores emisiones de gases invernadero, se corre el riesgo de “un impacto grave, generalizado e irreversible en las personas y los ecosistemas” en las próximas décadas. El mundo se acerca a las temperaturas en las que será imparable la pérdida de vastas capas de hielo en Groenlandia. Sumado al deshielo en la Antártida, se podría provocar el aumento en los niveles del mar que inundaría grandes ciudades, así como las planicies costeras.

La era de la civilización coincide estrechamente con la época geológica del Holoceno que comenzó hace más de 11.000 años. La era anterior, del Pleistoceno, duró 2,5 millones de años. Los científicos sugieren ahora que una nueva época inició hace unos 250 años, el Antropoceno, el período en el que la actividad humana ha tenido un impacto drástico en el mundo físico. Es difícil hacer caso omiso de la proporción del cambio en las eras geológicas.

Un índice del impacto humano es la extinción de especies, que hoy se estima es de alrededor de la misma proporción que hubo hace 65 millones de años, cuando un asteroide golpeó a la Tierra. Esa es la causa que se presume terminó con la era de los dinosaurios, lo cual abrió el camino para la proliferación de los mamíferos pequeños y, en última instancia, de los humanos modernos. Hoy, los humanos son el asteroide que ha condenado a la extinción a gran parte de la vida.

El informe del PICC reafirma que deben dejarse en la tierra a la “vasta mayoría” de las reservas conocidas de combustibles para evitar riesgos intolerables a las generaciones futuras. Mientras tanto, las grandes corporaciones de energía no hacen un secreto de su objetivo de explotar estas reservas y descubrir nuevas.

Un día antes de su resumen de las conclusiones del PICC, The New York Times informó que enormes inventarios de granos del Medio Oeste estadounidense se están pudriendo para que los productos del auge petrolero de Dakota del Norte se puedan embarcar por ferrocarril a Asia y Europa.

Una de las consecuencias más temidas del calentamiento global antropogénico es el descongelamiento de las regiones de permahielo. Un estudio en la revista Science advierte que “hasta las temperaturas ligeramente más calientes (menos de lo anticipado en los próximos años) podrían empezar a derretir el permahielo, lo que a su vez amenaza con desencadenar la liberación de enormes cantidades de gases invernadero atrapados en el hielo”, con posibles “consecuencias fatales” para el clima mundial.

Arundhati Roy indica que “la metáfora más apropiada para la locura de nuestros tiempos” es el glaciar Siachen, donde soldados indios y paquistaníes se han matado entre sí en el campo de batalla a mayor altura del mundo. El glaciar se está derritiendo ahora y revelando “miles de proyectiles de artillería vacíos, tambos de combustible vacíos, hachas para hielo, botas viejas, tiendas de campaña y todo tipo de desechos que generaron miles de seres humanos en guerra”, en conflictos sin sentido. Y, conforme se derriten los glaciares, India y Pakistán enfrentan un desastre indescriptible.
Una especie triste. Pobre búho.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media