Vamos camino al primer trimestre del 2018, en toda actividad es buen momento para analizar y reorientar acciones para los siguientes meses. Y me permito hacer un sencillo análisis del sector agropecuario.
En Latinoamérica como en Ecuador, la actividad es muy sensible y poco atendida por el gobierno de turno, las políticas agrarias son paliativos a un mal que se puede y manejar de forma adecuada. Los intereses de la mayoría de las transnacionales que operan en el sector agropecuario son tan fuertes que deciden por el sector y el actor más importante, el productor, solo recibe la carga emocional, financiera y comercial por su actividad.
Los cálculos de costos de producción, materias primas agrícolas no son los reales. La especulación ataca de manera indiscriminada, estamos detenidos en temas cruciales como comercialización y absorción de cosechas, las tablas de amortización para créditos agrícolas no están apegados a la realidad del sector, volvemos al fantasma de los Tratados Bilaterales de Inversión o TLC siempre nocivos para el sector agropecuario.
Sugiero crear y actualizar de manera urgente toda la normativa para evitar las importaciones extemporales de materias primas como maíz, sanciones fuertes a la especulación a todo nivel, verdaderos créditos productivos con tablas de amortización acordes y reales, crear nuevos servicios bancarios para organizaciones agrícolas y de Economía Popular Solidaria para la absorción de cosechas, potencializar emprendimientos, etc. Tenemos en la Asamblea Nacional miembros conscientes que el campo es el sector que nos puede llevar a niveles importantes en la economía de nuestro país. El objetivo del Estado debe ser elevar el estándar de vida del productor agropecuario, quien por medio de su propio trabajo genera fuentes de empleo, produce alimentos y materias primas para la industria, productos de exportación que benefician al Estado, propicia el agroturismo y ecoturismo que atrae divisas y reactiva la economía del país. (O)
Pedro Pablo Jijón Ochoa
El 18 de febrero de 2018