El  17 de marzo se cumplió un mes de las elecciones que ratificaron el apoyo popular a la Revolución Ciudadana, lo que significará al menos diez años de continuidad del gobierno actual.  

El arrollador triunfo del presidente Correa es a la vez una gran derrota para la oposición, incluyendo a la prensa autodenominada “libre e independiente”, que a pesar de sus permanentes críticas al Gobierno no logró su cometido de desacreditarlo e impedir su reelección. 

Qué triste papel el de algunos medios y periodistas,  voceros de poderes económicos y políticos decadentes,  defensores del viejo país de privilegios solo para las élites.  A pesar de su derrota,  continúan con titulares y editoriales de ciega oposición,  proyectando su amargura,  frustración y pesimismo. 

Es evidente que la credibilidad de algunos medios ha sido seriamente menoscabada durante los últimos seis años por la falta de un ejercicio profesional del periodismo.  Su error no está en atacar a un gobierno popular,  sino en que lo hacen atentando contra el  rigor periodístico,  sin contrastar fuentes,  dando espacio a asambleístas de oposición que insultan y mienten sin ningún escrúpulo,  bajo la protección de la inmunidad parlamentaria. 

La Revolución Ciudadana  tiene grandes retos para los próximos cuatro años. Para asegurar su continuidad en el tiempo debe consolidar y dar sostenibilidad al modelo económico actual. 

Todo hace prever que continuará la confrontación con la prensa opositora, la misma que seguirá atacando al Gobierno, a la vez que, con total incongruencia, mantendrá su discurso de una supuesta falta de libertad de expresión.

Enrique Arosemena Robles
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