Dilucidemos: el incremento del bono de desarrollo humano, percibo, no es motivo de discordia. El origen de los recursos para su financiamiento es la piedra de toque.    

Tradición inveterada: las crisis económicas del país, muchas, siempre le costaron al pueblo. Entre las más recientes y de mayor repercusión económica y social, están: la sucretización de la deuda privada asumida por el presidente Hurtado y su profundización en costos sociales por el presidente Febres Cordero; las permanentes devaluaciones de la moneda que en general no obedecieron a razones técnicas sino a intereses privados, pues coadyuvaron a licuar pérdidas y deudas; y, quizá, la más grande maniobra de perjuicio social y de repercusiones humanas invaluables: el feriado bancario y la congelación de los depósitos del público del año 1999.  

Culpables: la banca en general pues permitieron que las normas prudentes habidas antes del gobierno del presidente Durán Ballén fueran demolidas en aras del neoliberalismo, se cosechó de inmediato el uso abusivo, en beneficio de muchos banqueros de los dineros del pueblo en créditos vinculados y se apoderaron, a través de una transitoria constitucional y una ley, del patrimonio en efectivo que el Banco Central guardaba y que le pertenecía al pueblo ecuatoriano. Mesa! Como dirían los “cuarenteros”, se entregaron bancos quebrados al Estado ecuatoriano y se tomó las de Villadiego apertrechados, solventes y riéndose de la corruptela nacional.

Situación actual: banca solvente y próspera hasta el cansancio, bancarización a todo nivel y cobros abusivos hasta hace poco. Éxito! Los que aguantaron el remezón no solo sobrevivieron, están mejor que nunca. ¿Por qué no contribuir al bienestar de casi dos millones de ecuatorianos necesitados que soportaron el peso de la crisis? ¿Por qué no pagar los impuestos como todos los demás? ¿Por qué no socializar, parcialmente, las ganancias?  ¿Por qué… por qué?

Kléver Medina Alvarado
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