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El Telégrafo

Distritalización: una puerta a la realidad de las representaciones

14 de octubre de 2012

Para los Comicios generales del 17 de febrero del 2013, de acuerdo al calendario que maneja el Consejo Nacional Electoral (CNE) presidido por Domingo Paredes, las tres provincias más grandes del país, en cuanto a población, han sido subdivididas en distritos o circuitos.

Es un hecho consumado que, sin embargo, en las poblaciones de medianas y pequeñas circunscripciones electorales aún no ha sido digerido totalmente por parte de líderes sectoriales y esto porque no ha sido debidamente socializado y concienciado desde los burós provinciales y nacionales de las organizaciones políticas hacia los sujetos electorales, en este caso los ciudadanos.

Ha habido poco tiempo, es cierto, el calendario electoral aparte de ser estrecho en sus espacios, no ha permitido un énfasis en sus detalles porque acaparó sus esfuerzos el asunto de la verificación de firmas para la aprobación de las organizaciones políticas que participarán en la lid del 2013.

Así el panorama, las distritalización aparece como una ventana a la realidad de la representación ciudadana en la Asamblea. Es decir se presume que  es la manera más idónea para que los representantes de los electores sean verdaderamente líderes salidos de esa circunscripción territorial (por el requisito expreso de ser nacido o vivir al menos dos años en ese territorio).

La intencionalidad también va por el camino de abrir nuevos espacios de participación, en donde se acerque a los electores con el candidato o candidata y a estos a su vez con los electores, en una especie de aportación de ideas y análisis de necesidades de doble vía o retroalimentación, que permita una clara y real representación ante la Asamblea Nacional de hombres y mujeres que conocen el sentir de sus conciudadanos, de sus vecinos, y que de esta manera la elaboración de propuestas legislativas tengan una carga también real proveniente del interior mismo de la ciudadanía.

Este método de escogitamiento intenta desterrar las viejas prácticas de caciquismo que han predominado en el sistema electoral ecuatoriano a través de los patronos o dueños de los partidos políticos (partidocracia), que designaban a dedo a los “representantes” del pueblo, que no eran otra cosa que sus amigos íntimos, colaboradores de presupuestos de campaña, compadres y muchas veces hasta sus guardaespaldas personales. Gente que no aportaba nada a la elaboración de leyes o fiscalización racional de la cosa pública, y que por el contrario se convirtieron en brazos ejecutores de mafias de tráfico de influencias.

Nos queda poco tiempo más para enterarnos de las bondades implícitas de la distritalización electoral. Tal vez no estamos acostumbrados a empaparnos y analizar pormenorizadamente los cambios que se operan en la dirección de la política; a veces quizá pecamos de ingenuos en confiar ciegamente en los “padres de la patria” –de lo que muchos se aprovecharon en el pasado-, pero los cambios radicales que se vienen gestando y que son parte de esta revolución ciudadana nos abren nuevas oportunidades y crean grandes expectativas.  Hasta aquí, por ahora, gracias.

Ramiro Serrano Miranda
Durán - Guayas

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